Recuerda.

Tal vez lo único que se debe exigir a un amigo es eso.
Lo único que nos diferencia de otros conjuntos de gente,
de esos grupos de personas que coinciden en un sitio
por casualidad u obligación,
los compañeros de tren que no lo cogieron en la misma parada ni van, creen,
(porque uno nunca sabe a dónde va a llegar) al mismo destino.
Recuerda a los que fuimos tus amigos porque lo seremos siempre
y aunque llegue el día en que no nos soportemos lo seremos,
hay que recordar a los amigos para poder ser uno mismo.
Saber de dónde te vienen los defectos, las manías, las virtudes.
Sois vosotros los que salen en mis sueños,
los extremos de mi causa que no logro distinguir porque están fuera de cuadro,
los lugares de mi conciencia que explicarían mis actos,
las ocho novenas partes de mi personalidad que la mantienen a flote sumergidas.
Eso sois.
El mar se ha hecho más cálido y la amistad parece diluirse,
pero no es así, porque se puede rastrear, a partir de una nube o de una gota de lluvia,
de dónde vino esa agua, de dónde esa sal, y aventurar a dónde va a ir en el futuro.
Y nos equivocaremos en la predicción porque es tan compleja
que siempre quedarán datos que computar, pero no en la procedencia.
La amistad es una ciencia, cuesta trabajo recordar.

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