Aparece la palabra.



Un sonido por cada lado
con sus respectivos e infinitos,
aunque cada vez más debilitados ecos,
sonidos de bulto redondo
viajando a trescientos ochenta metros
por segundo.
Y entonces aparece la palabra
como las ondas estacionarias
entre dos personas
y creemos comprender algo concreto
que nos une o nos separa.
Como creímos sin más,
viendo el mar,
en un mundo plano.

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