Espejo, espejito...






(foto: Xosé Castro [http://www.flickr.com/people/cibergaita/])





Yo soy el que llama.
Tú esperas.
Yo soy el que llama a la puerta.
Yo, en el frío callejear, afuera.
Yo, en mi duro universo grisáceo,
tu acera.
Yo alerta, yo vivo,
yo pulso tu timbre cabrón,
sorpresivo.
Pronuncio mi nombre y lo veo
mojar mi reflejo en tu acero.
¿Espejo, espejito,
se abrirá la cueva?
Aguardo. Observo. Examino.
Y que todos estos bastardos automáticos se llaman igual...
Microlarbi;
¿qué lascivo ladrón, cuál, de Sésamo
habrá sido el tal?
¿Quién va?
Escucho tu áspera voz.
Carraspeo.
Abra, Alí Ba Ba,
la Publicidad.

2 comentarios:

  1. La vida de buzoneador es muy dificil. En el momento que dices publicidad, el silencio invade la calle y no se vuelve a saber nada mas de ese piso al que picaste; y tu te quedas reflexionando "la habrá palmado, se le estropearia el telefonillo, será simplemente un hijo de su madre". En fin no cabe duda que la vida del buzoneador es tremendamente dificil.

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  2. Pues la vida de los que hemos fingido ser buzoneadores, ni te digo...

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