(foto: ibotamino)
Lo que se aprende del tango es que otros
antes que nosotros
han desperdiciado sus vidas
y que al final no haberlo hecho hubiera sido quizá
el mayor desperdicio,
la mayor tontería.
Oyendo cantar
a Gardel,
a Julio Sosa,
y a tres o cuatro más,
me oigo llorar por las noches
en vela
cuando nadie me ve, ni siquiera
yo.
Y es el bandoneón
de la resaca de los años
quien nos recuerda que ayer pasó un tiempo de atlantes,
y que aunque no recordemos nada en especial
nuestra vida ocurrió
y fue memorable.
Los primeros años de salidas nocturnas
vienen a mi mente como luces oscuras
y de aquel niñato que vestía mi piel
solo sé que era yo porque en el álbum de fotos
aparece siempre
rodeado de Vosotros.
Y es el bandoneón
de la resaca de los años
quien nos recuerda que ayer pasó un tiempo de atlantes,
y que aunque no recordemos nada en especial
nuestra vida ocurrió
y fue memorable.
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