Extraño.






Me extraña el ambiente aún ajeno.

Madrid socavada,
primavera muerta;
y mi húmedo yo, extranjero.

Luz falsa, aroma a cocina.

La ventana abierta un tintero negro, y en él,
estrellas hermanas,
la gente, que se siluetea buscando el aliento
usado del día, ya tibio, en la noche.

Murmura la brisa,
palabras auténticas entre la atenuación de los ecos
del ruido,
de cada palabra tasada
en la capital del viento
y su grito.
La hora de la verdadera tregua,
la última hora.
Revivo la intelección única, joven,
de un tiempo;
aquí aún soy un niño con zapatos nuevos.

D.E.P. Michael Jackson.


En su tumba duerme la música.
Y él camina eternamente por la Luna.

Rayos.



Primero la oscuridad,
después la lluvia
y luego la tormenta,
los truenos y los rayos.


Siempre es igual,
otras tormentas,
otras parejas
de verano.


No sé cómo no nos hemos dado cuenta.
En qué pensábamos
mientras se hacía la noche en pleno día.


Ya no me hablas,
yo ya no sé qué es lo que quieres que te diga.


Primero la oscuridad,
después la lluvia
y luego la tormenta,
los truenos y los rayos.


Arrecia,
con cada rayo un trueno
lejano, pero exacto,
y la tormenta acercándose,
acercándolos.


Ya no hay remedio,
ya no saldremos juntos de la lluvia.
Solo esperamos el momento
en que restalle la verdad.


Como un trueno
mientras refulge su relámpago,
y la tormenta no pueda estar más cerca.


Solo un instante, el que nos parta a la mitad,
y la tormenta, luego la lluvia, después la oscuridad,
comenzarán, de nuevo, a alejarse,
truenos y rayos alejándose entre sí.


Pero esta vez
te llevarán a ti con ellas,
lejos de mí.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...