Una censura llamada amor.


Todo el mundo parece tener novia en el verano
menos yo.

Camino como un turista ávido
de ojos y de labios, y de pechos
y de vientres femeninos;

voy, calle arriba, calle abajo,
de monumento en monumento.

No es solo la lujuria, ni el calor,
ni la moda de lucir marmóreos muslos.
Es más la búsqueda de una respuesta a las eternas preguntas:
¿Qué tienen ellos? ¿Por qué yo no?

Y luego pienso en todo
lo que hay que hacer y que decir,
y en todo lo que no hay que hacer,
ni que decir, tampoco,
en lo que no hay siquiera que pensar,
o que dejar traslucir en la mirada.

Y pienso en que aún así,
no acabaría la lujuria ni el calor,
ni los marmóreos muslos,
comenzaría solamente una censura
llamada amor.

Y te imagino, a ti, poética, ideal,
pongamos de belleza irreprochable,
mirándome a los ojos ya en la noche,
y preguntándome en qué pienso,

a quién miraba,

si no te quiero...

Y tengo ganas de ser ciego a la belleza,
e insensible a la turgencia.
Pero no puedo.

Abro los ojos, me muerdo un labio
y solo sigo caminando.

6 comentarios:

  1. no tendrás novia en verano porque intentaras tocar todos los palos posibles en lugar de centrarte en unos pocos.

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  3. ¡Ay! amor, que te ocultas de la luz
    como el agua en una cueva.
    Donde no da el sol, ahí estás tú.
    Porque el sol te hace vapor,
    quiero que llueva.

    ¡Ay! amor, que me indicas el camino
    y yo sé que llegaría
    pero sé que la distancia a ese destino
    sin meandros es menor
    y es menos fría.


    ¡Ay! amor, ¿cómo te amo?
    Tú eres hija de la luna
    y yo del sol soy hermano.

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