Una metafísica de la existencia.



La tierra no pertenece a nadie
salvo al viento
y el viento le pertenece a ella.
La tierra vuela envuelta en viento
por el vacío desierto del universo.
El universo es ella
y al volar
tiembla
y hace temblar la niebla.
Y la niebla le habla al viento.
Y así se genera el tiempo, y la tierra le pertenece
al viento desde su nacimiento hasta la muerte,
que es la niebla
que aquieta el tiempo.

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