Facebook.


Facebook es un griterío de otro tiempo,
cuando las viejas iban de luto,
cuando había aire puro
y olor a olla en la escalera.
Cuando yo era pequeño
y solo me interesaba lo mío
y me aburría oyendo hablar a los adultos
de otros adultos.
Facebook es el cotilleo eterno sin testigos,
la maledicencia de pensamiento.
El cinismo en fotografía,
el presente archivado para siempre
junto al presente de otro sitio,
de otro momento,
como si fueran continuos,
como si Facebook supiera lo que somos
y estuviera escrito desde antes,
como si Facebook fuera el destino
y el estúpido estuviera abocado a escribir estupideces
casi siempre.

Y aún así nadie cambia,
nadie relee el pasado ni siquiera ahora,
que está escrito.
Nadie reconoce haber escrito una bobada.
Nadie llama bobo a nadie, en el Facebook
cara a cara,
todavía.
Todavía somos amigos.
Fulanito y tú ahora sois amigos,
dice Facebook.
Yo, a Fulanito,
si me lo cruzo en la calle no le saludo.
Quizá porque no le reconozco si le veo,
quizá porque no sé qué decirle del pésame que le debo,
de aquel libro que le presté y que no me devolvió,
aunque no estoy muy seguro si era él el que no lo había leído
o era yo, y entonces el libro es suyo;
quizá porque solo le conozco de una noche
y hasta que lo vi en Facebook no recordé su nombre
y ahora sé sus apellidos,
y sé que tiene una hermana y unos amigos extranjeros
y que habla el alemán
mejor que yo, por lo menos,
porque solo entiendo esas estúpidas carcajadas
que la gente escribe en todos los idiomas,
para que se note que no hablan en serio,
por si acaso, para que no le moleste nada a nadie,
porque nadie dice nunca nada en serio,
en el Facebook, y empiezo a pensar que en ningún lado.
La gente parece querer pasar de largo de todo,
sin mirar atrás, pero que exista eso que no miramos.
Facebook.
Jaajajajaj...

Te he buscado...


te he buscado en google y no sales
¿cómo es posible?
Muy fácil.
Google no existe.

Mucho demiurgo.


Yo hago nevar.
Miro por la ventana cuando nieva
y nieva más.
Veo un partido de fútbol
y ganan los que yo quiera.
Hago llover,
hago hacer frío,
hago que salga el sol de entre las nubes
haciendo soplar el viento.
Hago crecer la hierba, caer la miel
de la cuchara.
Hice que me quisieras
y después que me odiaras.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...