Cola de león.


Hay, seguramente,
alguna sustancia emocional
que mi cuerpo segrega al verte,
que me hace sentir las manos
como manojos de nervios
saliendo por mis muñecas,
como al despertar, cuando no tienes fuerza
porque solo es la hora de las caricias.

Hay, mientras ya estoy hablándote,
algo en mi sangre diferente.
Digo cosas que no pienso,
como si le hablase a una chica,
aunque con las chicas no miento y
quiero quedarme,
y contigo miento para irme.

Debes de creer que soy idiota y lo soy,
en tu presencia,
porque es difícil pensar en ti
como yo pienso, con esta intensidad,
y hacer otra cosa, la que sea,
respirar...

Es una respuesta orgánica
parecida al terror paralizante de los ratones ante las aves rapaces,
pero como si los ratones tuvieran, para salvarse,
que moverse con estilo, o decir alguna cosa inteligente.

Además, al ver tus alas me siento ridículo
con mis incisivos
y mis avellanas.

Eso me ayuda, así no percibes en mí
ninguna amenaza y me dejas ir.
Cómo te gusta sentir tu pistola y tu placa
sobre tu uniforme de ángel,
cómo os va el plumaje.

GNRgrette Rien


No
(sé)
rían de mí.
No. Yo no comprendo nada.
No compré el pan.
No rían de mí,
no rían de rien.
¡No, yo no compré el pan!

Cámara lenta.


La nieve cayendo sobre el cristal en ángulo
de una ventana en un techo abuhardillado
es como el tiempo de los árboles, da la impresión
de que la vida es eterna, de que los niños nunca crecerán,
los mayores estarán ahí para siempre.
Raro es el día en que después de nevar no llueve.

...y tal.





San Valentín, y tal.
Y los jóvenes besándose en la calle
como los enamorados se supone
que deben
besarse.
Una profusión absurda de futuras mustias flores,
y bombones, que otro día
se aliarían
con pulsiones anoréxicas,
bulímicas.
Sin embargo hoy todo se permite.
Volveremos a juzgar a Julia Roberts
como a la cenicienta moderna,
mientras que las postmodernas
pasean arriba y abajo,
abajo y arriba,
por Montera.
Entre SIDA, hongos, chulos;
junto a otros desgraciados.
Tal vez Richard Gere se presente esta tarde
con sus veinte euros
y su chulería.
Cariño,
feliz día
de los enamorados.

Tras cada párpado en el metro


Late una historia oculta
-tras el telón del pelo, sobre los leves párpados
contorneando el mar, el cielo,
como las flores de la lavándula-
en el metro: la mirada.

En qué momento entró la niña no lo sé,
los ojos por el suelo,
no lee un libro ni escucha música,
no ve ni mira nada;
habita mientras viaja en un secreto
-quizá su vida entera-
invisibilizada.

Escruto la carcasa de sus sueños
y los intuyo árabes,
desérticos.
Un paraíso de silencio y soledad
donde cada sonido pudiera ser una palabra.

El metro
es una máquina del tiempo,
un subterfugio para estar en otro lado
y mientras dura el lapso negro de la apnea
cada persona es una cápsula de exuberancia.

Ojos que no ven...



Te amaba tanto...
y ya te dije adiós con la mirada.
Tú no me viste,
no todas las historias son tan tristes.

Como por descuido


Este blog
es el cajón de mi escritorio
abierto
como por descuido.
Lo que no significa que no debas sonrojarte si te pillo
con tus mudas manos dentro,
o que puedas enmendar tú
ni un solo verso,
o que yo me haga responsable
de una sola palabra, ni ninguna
tenga derecho a considerarse
última, definitiva.

Como las que se esparcen por la vida.

Como cada le odio, como cada te quiero,
como cada te veré pronto,
vete a la mierda,
te llamo luego.

Puede que solo
se pueda comparar
cada poema del blog
con cuando te dan un beso, una caricia,
la hora, una ostia
imprevista...

Ojalá os pilléis los dedos.

Como dos enamorados interrumpiendo un beso.


Ni ahíto ni embriagado,
dejo de leer.
Como dos enamorados interrumpiendo un beso.
Pues la felicidad no existe si no es
yendo o viniendo.

¡Ay! Haití.


CRISTÓBAL MANUEL / EL PAÍS | 05-02-2010



¡Ay! Haití,
ay de tí.
Tiemblas Haití, paraíso,
como se tiembla de frío,
para tí el escenario
no podría ser más sombrío.
Ay de tí,
cuando pase
otra cosa en otro sitio.

Donatello au milieu des fauves


Guardo un rincón a la poesía
en cada tramo final de mis cuadernos
de la cuaderna vía.

En esas pocas páginas escribo a mano alzada
ideas escogidas, responsabilizadas
por sus predecesoras, cuya pesada carga
debe asentarse en ellas como si fuese su asa.

¿Qué poema podrá rivalizar con los teoremas?

Por eso temo fracasar y tantas veces no comienzo.
Cada palabra ha de ser digna de la que la precede,
y la primera letra siempre será perfecta
por inocente.

Hay un espacio en el que nunca escribo, por lo tanto,
el último, la última página, tan blanca,
se queda siempre en blanco.

El amor es lo contrario de la Historia.


El amor pasa
y resulta incomprensible en perspectiva:
es lo contrario de la Historia,
hay que vivir en él para entenderlo.

Cuando uno ve qué cosas hizo en otra época
las analiza
descontando el sentimiento o, aún peor,
sustituyéndolo.

Ve a otra persona,
cree que ha cambiado para mejor,
por no ser ya él (yo)
enamorado.

Pero aún así quisiera que volviese el amor
para actuar de otra manera,
para actuar mejor, a la luz nueva de la razón
que ha recobrado;
contrasentido claro,
pues donde hay amor (pasión)
la razón está suspensa:
no puede haber amor pensado
a no ser como recuerdo
y es un recuerdo vago, sobre algo extraño,
incomprensible y pasajero, aunque real,
porque sorprende.

Posiblemente sea ese descuento
al fin lo único veraz de todo,
quizá tan real como la gravitación entre los cuerpos,
o, entre cada momento erradicado,
tan cierto como el tiempo.

Perspectiva.


Para entender un mundo lleno de hombres
que pisotean la Tierra con sus zapatos
(la ingratitud les calza
desde por la mañana
y su mayor orgullo
es ser humanos)
habría que ser marciano.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...