(Yo).


Mientras trata de coger las monedas de la barra
con los dedos húmedos, sin uñas,
el camarero solo piensa en las miserias de su oficio,
en el tiempo que ha perdido de su vida recogiendo
otras monedas aferradas a esa superficie,
lisa. Piensa
en sus manos infantiles, que cogían cualquier cosa a la primera,
en que no es menos inteligente que ésos,
al otro lado del laburo.
Piensa en idealizadas oficinas, con despachos,
persianas venecianas, máquina de café,
tiempos muertos en los que no hay nada,
pero nada que hacer.
Piensa que su vida hubiera sido de otra forma
si no hubiera sido como es,
y que le duele la rodilla, y que ya no oye bien
-la cafetera no perdona-
y que aún le quedan años para la jubilación
y ya no puede más ahora.
Y en sus hijos, que no estudian tanto como deberían.
Pero no le compadezco, porque sé que no hace falta.
Sé que hay otros gestos en las vidas diferentes
de los que a esa hora, en que es aún de noche,
desayunan, yo entre ellos, que me pasan desapercibidos
y que nos torturan como a él.
Sé que es nuestro funcionamiento, que todos
nos topamos con algún minuto cada día
que nos lo entenebrece,
que no importa el trabajo, ni la hora,
ni los años.
Ni si los hijos estudian.

Aun así,
siempre que pago
(yo)
al camarero le doy las monedas en la mano.

Mi Klondike.


Eres un río de aguas gélidas,
de estrecho cauce y profundo,
violentos rápidos,
de inconcebibles meandros
para ser tan caudaloso;
pero aurífero.
Y yo cada mañana me encomiendo
a las más altas instancias
mientras me descuelgo por mi erosionado farallón
rumbo al bateo.

De teléfonos.


El bocado exquisito
no es el tenedor,
el clavo
no es el martillo.
El dinero no es amor.
Pero de los utensilios
que me valgo,
el teléfono el peor.

Porque creo que él sí es parte de los diálogos
y creo que en su labor o(h)mi(n)osa
de eléctrico correveidile los transforma.
Y creo que no exagero si digo
que nunca ha dicho lo que yo le encomendaba,
y que nunca me ha querido
poner al habla contigo.

Mentiroso, insidioso
calumniador
cancerígeno,
que susurra las mentiras al oído.
Al teléfono un día, al colgarlo,
le daré su merecido.

Cita a ciegas.


A Borja Aparicio

Dos protones se encuentran en el CERN,
(para mantener el antropocentrismo
que dota de sentido a las pasiones en los cuentos
diremos, sabiendo que no es cierto,
que esos dos protones son
macho y hembra,
protona y protón;
diremos que una colisión es un saludo):

-Hola Protona.
-Hola Protón.
-Protona, me atraes mucho.
-¿Estás seguro?
-Petaseguro.
-¡Espera, quizá deberíamos tomárnoslo con calma!
-¿Por?
-Por nada en particular.

(Little Bang)

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Pájaro en mano II


Esta noche no salgo.
Me quedo en casa.
Ponen por la tele una película
subtitulada.
Es Nouvelle vague,
free cinema,
arte y ensayo, dogma
95, no estoy seguro,
pero debe de ser buenísima.
Debería haber hecho una carrera
para entender estas cosas,
en fin,
nunca es tarde.
Hoy llueve, no tengo ganas de salir...
además, hace frío,
vestirme ahora,
salir del abrigo de los cartones...

¡Empieza!
Sí que es rara, sí...
los subtítulos solo dicen "bienvenido"
"introduzca su tarjeta",
cosas así.

Pájaro en mano




Cómo mola el sábado
no salir el viernes

STIQSP


Existe la noche
también cuando oscurece en mi ventana.
La noche, y lo que la palabra noche nos promete:
un suelo lluvioso,
un sonido frío de brisa invernal,
puertas que se abren, calurosas,
música, alcohol,
el baile del estruendo,
una sonrisa,
un cuerpo,
follar todo el residuo de la noche,
enamorarse el resto de la vida.

Está lloviendo fuera,
ponen
una película
que ésta seguro es buena;
me quedo en casa, el futuro
podrá esperar
una semana más.

Brillantes alcornoques.


"Los que se mueren de aburrimiento en las tardes de domingo
porque ven llegar el lunes
y el martes, y el miércoles, y el jueves, y el viernes,
y el sábado
y la tarde del domingo."

Jacques Prévert

¡María
ve la tele por las tardes,
por las mañanas la tiene puesta
(pero no la mira)
mientras plancha y hace la comida!
¡La puede dejar cuando quiera!

¡Pepe ve el tomate en el ojo ajeno,
pero no el fútbol en el propio!

¡El país discute porque se politiza el fútbol
mientras la política se futboliza
a pleno día y con alevosía!

¡Miles, millones de niños no saben quién es la bruja Avería!

¡La crisis es una crisálida repleta de neuronas apiladas
dendrita sobre dendrita,
pero el patrón sináptico no tiene prisa,
porque sin un contrato hasta las neuronas se debilitan!

¡En España pronto taparán las botellas de Champagne
con bombillas!

Joaquinsabiniana.


No negaré que sé
que pasaré
buscándote un cierto tiempo
en cada recoveco familiar
de esta ciudad;
que cada recoveco nuestro
me supondrá un ataque,
un mininfarto,
una pequeña muerte de la vista, una agresión
a la retina,
un súbito desprendimiento de rutina, como en los versos del Sabina, en plan,
al ver Madrid junto a mi hombro en vez de a ti,
sentí
que debería oficiar un funeral por la memoria
de las neuronas muertas en acto de servicio visual...

Porque es verdad, qué coño pinta Madrid aquí,
un displacer agreste, una sorpresa exógena. Madrid sin ti,
como una caña que
saboreándola ahora, de repente, me sabe a fresa,
es la ciudad del fondo
de lo más jondo
de mi tristeza.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...