A veces vale más no ir que estar de vuelta.



Yo tocaba el ukelele en Oklahoma
mientras tú yacías en una incubadora.

Yo tocaba el ukelele en Oklahoma
mientras tú creías en los Reyes,
mientras tú perseguías mariposas.

Yo tocaba el ukelele en Oklahoma
mientras tú cagabas de pie, la mierda
resbalando por tus níveas pantorrillas.

Yo tocaba el ukelele en Oklahoma
mientras tú aún no sabías lo que es un ukelele,
dónde queda Oklahoma.

Dios, no tenías ni puta idea de nada,
pero vivías una vida apasionante de recuerdos
lacrimógenos, de emociones intensísimas,
de descubrimientos.

Mientras, yo tocaba el ukelele, noche tras noche,
en la maldita Oklahoma de los cojones.

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