He ido a por la licencia
he ido a por el arma
he ido a por las balas.
Ahora iré
a por vosotros.
...
Una licencia
poética.
La última arma,
la palabra.
Balas de hierba
waltwhitmanianas
en la recámara.
Vosotros,
ahora.
He ido a por la licencia
he ido a por el arma
he ido a por las balas.
Ahora iré
a por vosotros.
...
Una licencia
poética.
La última arma,
la palabra.
Balas de hierba
waltwhitmanianas
en la recámara.
Vosotros,
ahora.
Hay una parada de autobús
junto a tu casa
y otra de tren,
y sus correspondientes carreteras,
líneas ferroviarias.
Y hay cafeterías, sucursales
bancarias, tiendas
de toda la vida, colegios,
polideportivos.
Y por supuesto tú.
Desde mi punto de vista
solo tu existencia justifica la existencia
de tu mundo,
aunque probablemente existiría
sin ti:
no para mí.
Y cuando voy en tren hasta tu barrio
soy como un glóbulo rojo transfundido
viajando por vasos sanguíneos sorprendentes.
Soy como un niño que lee a Julio Verne.
Veo el mundo paralelo, las paralelas vidas
de la gente para la que soy un solo rostro extraño
que asimilan sin pensar: una brizna más de hierba.
Para mí, ellos son un universo
nuevo del que solo sé sus leyes
y que tú estás.
Y mi sangre y mi literatura al fin se identifican
con la que yo creía inservible primavera
de la Luna.
Te amo
como las hojas verdes aman
a las verdes ramas.
Como las ramas verdes al negro tronco,
el tronco negro a las raíces
blancas.
Las blancas raíces a la tierra.
Como la tierra al cielo.
No es cuestión de color, es de alimento.
Y tú me miras con esos ojos verdes y sonríes,
y de tus verdes ojos me congratulo, no es cuestión de color.
De tu sonrisa, es de alimento,
me maravillo.
Me maravillo como las hojas verdes se maravillan del azul cielo
el cielo azul del azul
mar, el mar azul de la luna
blanca.
Como la blanca luna se maravilla de la luz blanca
del blanco sol,
que la alumbra
porque la ama.
Acaso el preciosismo en la poesía dependa de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado, es decir, si multiplica u opaca. Te...