Oídme. Y se oyó puro, cristalino, el silencio.
Vicente Aleixandre, Nacimiento último
Una sola palabra ha puesto fin
a toda eternidad silente.
Ahora el silencio existe desde ella.
Una sola palabra parte el silencio en dos,
hace del silencio anterior una sustancia
premeditada, del posterior silencio
prerrogativa.
Una sola palabra, pero después dos, y diez,
y miles de palabras
goteando como lluvia,
inundando el silencio hasta vaciarlo
de sus significados.
Hasta restaurarlo
eterno, en otro nivel
de decibelios.