La Navidad llega
como las cosas que llegan sin esperarlas.
Como la hiedra que cubre los muros a su ritmo
como la nieve que cubre la hiedra.
La Navidad llega
como un virus.
Y tú estás viendo los anuncios
apocalípticos de La Lotería
o del turrón que vuelve
y quieres volver, es normal.
Pero el virus respira en tu sangre.
Tu sangre, que no se distingue de la de tus padres
y tus abuelos y tus tíos
que aún están bien y se ríen
y disfrutan el vino.
Tú quieres volver como el árbol y los villancicos.
Tú quieres volver como el belén y el vino y el turrón y La Lotería.
Como el sorteo de los huérfanos cantarines.
Porque nunca te toca y no crees que 2020 sea el año.