Sólo eso:
unos ojos pendientes de los míos,
y en ellos, descifrándose,
la clave venturosa de la vida.
José Manuel Caballero Bonald
unos ojos pendientes de los míos,
y en ellos, descifrándose,
la clave venturosa de la vida.
José Manuel Caballero Bonald
Sí que es verdad que hay una clave venturosa
de la vida, y unos indubitables rudimentos
de la felicidad.
Yo he escrito mucho sobre unos ojos verdes,
sobre una sonrisa alegre,
sobre qué pasa cuando dones tales
se me dedican.
Pero los ojos, Caballero, parpadean.
Tú lo sabrás mejor que yo
y tales dones se te retiran.
Entonces queda otra cosa diferente del vacío,
queda la ausencia,
que es uno de los indubitables rudimentos de la tristeza.
Por eso hablé hace tiempo del amor
y lo llamé la insensatez suprema.
Irrenunciable, como el camino mismo de la vida,
que lleva inexorable hasta el vacío, esta vez sí,
y que quizá a veces linda
con unos ojos verdes que te miran
y te hacen creer en dioses y porvenires
y en la felicidad, como quizá sorprenda al condenado,
no sé, no he estado, (todavía),
la silla eléctrica
cuando se sienta por mullida.