Joaquinsabiniana.


No negaré que sé
que pasaré
buscándote un cierto tiempo
en cada recoveco familiar
de esta ciudad;
que cada recoveco nuestro
me supondrá un ataque,
un mininfarto,
una pequeña muerte de la vista, una agresión
a la retina,
un súbito desprendimiento de rutina, como en los versos del Sabina, en plan,
al ver Madrid junto a mi hombro en vez de a ti,
sentí
que debería oficiar un funeral por la memoria
de las neuronas muertas en acto de servicio visual...

Porque es verdad, qué coño pinta Madrid aquí,
un displacer agreste, una sorpresa exógena. Madrid sin ti,
como una caña que
saboreándola ahora, de repente, me sabe a fresa,
es la ciudad del fondo
de lo más jondo
de mi tristeza.

¿Sí, puede ser que sí?


Soñé a la chica de mis sueños y eras tú y no eras.
Despierto no sonríes como en sueños, aunque la chica
en el sueño tenía tus ojos verdes, tu traspapelador cuerpo,
tu piel y tu aura magnífica, también tú
puede que tengas oculta, exacta, su misma sonrisa,
puede que pienses las mismas palabras que ella pronuncia...

o puede que mientras me abrazas yo piense que duermo,
que sueño, mientras tu abrazo adormece mis sueños,
que sueño tu abrazo, sueño tu sonrisa, sueño tus palabras
porque han sido un sueño
siempre.
Y ahora eres tú, exacta... pero no, no eres tú, porque no puedes serlo,
porque no sería yo quien te abraza, acostumbrado en la diaria vigilia
a la tácita muerte de los dulces sueños.

Sí, puede ser que sí, que los sueños, a fuerza de hacerse pasar por la diaria vigilia
se mezclan con ella, confunden la mente, harta de mentiras,
y la mente no cree que lo bueno pueda ser la vigilia,
no imagina la suerte de verte fuera de la mente,
fuera de los sueños nocturnos,
afuera, en la habitualmente árida, impredecible y estúpida vida,
que volvería contigo a ser preferida a los mágicos, dulces,
predichos, estúpidos sueños.

Sí, sí; sí, lo reconozco...


Sí, sí; sí, lo reconozco,
no sé sobre qué temas va a versar este poema,
es un literario experimento y éste su prolegómeno,
como cualquier tintero es un intento en potencia.

Comienza "sí",
porque leí una vez que es negativo
comenzar "no",
de todas formas el "no" aparece,
son cosas mías,
al periquete, en la segunda línea;
o verso,
si es que termina siendo esto
poesía.

Además, creo yo
que es mejor
que un poema empiece "no",
que que un poema no
empiece.
No pongamos tanto problema
a la ilusión,
es solo tinta voluntariosa,
y cuando la voluntad es buena
vuela polilla entre mariposas;
problemas (o problemillas)
entre poemas.

Reviso mis armarios


a Euridize

Reviso mis armarios,
mis muebles, mis alfombras;
meticulosamente hurgo
en los desagües,
pongo a la luz mi ropa,
paso la aspiradora,
friego el baño.

Te irás y tus cabellos ignorantes
me seguirán hablando
y cada hallazgo de ellos
será como un destello de la esperanza rota.

No, mi amor...


No te amo como las señales de tráfico,
durante un trecho,
ni como los guardias urbanos, en un cruce,
o en una emergencia.
No te amo como los árboles plantados junto a la carretera.
Como los pájaros
que la cruzan, planeando.
No, mi amor es de asfalto
y está ahí también cuando tú no lo transitas.
Permanece en la tormenta, en la noche,
en el fulgor fundente del cénit,
en el olvido, inocente o no, de los GPS`s.
Y sobre él circulo yo hacia ti,
sin baches, sin lamentar las curvas,
con la paciencia de saberme en el único camino
que se extiende hasta mí desde el futuro.

Veintinueves Eses.



La libertad es un supuesto incuestionable.
I. Kant




Ser un niño es
como ser capitán de tu barco
y surcar con tu proa tu mar,
y tu viento escuchar
cuando hinche tus velas,
ser un niño es
tu niñez navegar.

Y por eso los niños
no precisan timón, rosa de los vientos,
conocer las estrellas
ni trazar una carta de navegación.

Pero llega la edad que desata tormentas
y ni el agua ni el viento obedecen
y los niños aprenden,
con el sol y la sal,
que la vida o se cuida o se pierde,
y que no hay rebeldía como no naufragar.

Para eso los hombres han medido este mundo,
inventaron la brújula, el reloj, el compás,
y aún estudian el cielo, la frecuencia del viento
y un timón bajo el mar determina su rumbo.

Aún así, cuando el mar está en calma
y se ve el horizonte sujetar las estrellas
cuando el viento amaina y la luna está llena
es la infancia en el hombre la que explica el motivo
de haber elegido una dirección.

Ser un hombre es
como ser capitán de tu barco
y surcar con tu proa la mar,
y el viento escuchar
cuando hinche tus velas,
ser un hombre es
tu niñez navegar.

Por qué (de la victoria sobre el morir)


a Euridize


Porque la tristeza es vida y la muerte es la prueba de la vida,
la tristeza es muerte viva y la muerte vida muerta.

Yo
te quiero cerca,
aunque portes la guadaña de mis sueños,
aunque hinches mi hojarasca melancólica para que arda
incontrolada y se convierta
en humo de ira y en ceniza de tristeza.
Porque amo tu presencia
y tu ausencia me vacía,
como sé que el oxígeno me quema
y lo respiro,
que la vida se termina, que el amor
muere muriendo
o matando;
porque he aprendido con el tiempo qué es peor.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...