Primer curso de la ESO





El unicornito caga
boñigas opalescentes
mientras su padre, que lo ve,
se relincha, silencioso,
y entre dientes:
¡cuándo cuernos
(singulares)
va a madurar este potro!

Todos los padres desean
que sus hijos les mejoren,
pero ¿acaso ha visto alguien
unicornios de provecho?

Tu tiempo libre




Los domingos están para ir
de la cama al sofá, y del sofá a la mesa,
y de la mesa otra vez al sofá...
y para arrastrarse por la moqueta
y para morder el polvo
y para ser una oruga en pijama
y para comer patatas congeladas
y hamburguesas, y pizzas, y sushi,
y mierda
y beber cocacola, o cocacolalight,
o cocacola descafeinada, o zero,
o mierda,
y para que sin salir de casa gastemos en luz,
en teléfono,
en comida a domicilio, en venta
por catálogo, en aplicaciones de iPhone,
en mierda,
y para que recemos un credo de la Iglesia
de IKEA: por mi culpa
no tengo más dinero, por mi culpa
el mueble está embalado,
por mi gran culpa
lo pagaré a plazos.
Y del sofá a la mesa
y el partido de Nadal,
y de la mesa al sofá, y el partido de fútbol,
y del sofá a la cama,
y la película de la semana,
y los doscientos anuncios,
y la teletienda.
Y para eso están los domingos,
para irnos a la mierda, el día del señor
para eso está,
para eso estamos nosotros,
para ir arrastrándonos
de su cama a su sofá,
y de su sofá  a su mesa,
y para que él pueda hacer lo que le parezca
el lunes y el martes y el miércoles
y el jueves y el viernes
y el sábado
y el domingo.
Y lo haga de pie, o volando,
o en coche oficial,
mientras nosotros, a rastras,
como orugas en pijama, pensamos
que hay que acostarse pronto,
de la mesa al sofá,
porque ya casi es lunes,
y mañana, otra vez,
madrugamos.
Y del sofá a la cama,
y de la cama al trabajo,
al sofá,
a la cama,
al trabajo al sofá a la cama,
al trabajo al sofá a la cama,
al trabajo a la cama
al trabajo a la cama
altrabajoalacama
altrabajo!...
¡a la mierda!
a la mierda.

de la cama al sofá...




Hay que entender
que mientras todo el mundo haga lo mismo
por las tardes,
que mientras todo el mundo haga lo mismo
los domingos,
(hay que entender que todo el mundo ya
hace lo mismo de mañana,
que todo el mundo ya de noche
hace lo mismo, hay que entender
que todos nos quejamos de lo mismo)
que mientras esto siga así,
quejándonos sin hacer nada
todos, por una misma causa,
y haciendo lo mismo los domingos
y haciendo lo mismo por las tardes,
hay que entender que nada va a cambiar
para nosotros,
y que quizá al principio nos parezca
lo más cómodo.

Miedo al rayo





Miedo al rayo
que nos priva de la lluvia,
techos ensoberbecidos.
La vida escrita, el tiempo trámite.
El holocausto altruísta.

Noticia de negras sin tregua.

En la foto, Cristiano Ronaldo
dispara un Kalashnikov en Mogadiscio.

Odio el mundo mientras bebo su café.
Pido otra cerveza fría.
Pago impuestos.
Ignoro lo que no veo.
Mi hipoteca es abusiva.
Habré de correr los párpados para seguir siendo víctima.
En la foto, el anticristo mete gol.

Entre mi padre y yo




Entre mi padre y yo es un silencio exangüe
después de haber sangrado las palabras de una infancia superpuesta a otra infancia.
Después de haber sangrado sus últimas palabras, mis primeras,
y todas las demás que llenaban nuestras venas de sus dobles sentidos.

Exangüe con las heridas abiertas. Que en vez de callar habla.

El aire no se mueve entre mi padre y yo,
no vibra, y las miradas no se enturbian.
Atraviesan ese aire y se atraviesan ellas
y van mirándose de punta a punta
de tal manera
que al llegar a las pupilas ya saben lo que miran
y no harían falta.
Más que ver
ellas
son vistas.

Yo sé quién es mi padre, y lo que no le diga
ninguna muerte podrá venir a silenciarlo.
Yo me conozco,
sé que lo sabe.

Pautando vidas.



Como la nieve, como el orvallo,
como la miel, quizá, mirada al microscopio,
sí puede que se caiga el tiempo.
Pero eso son metáforas con la esperanza de recordar
que no se cae como el reloj pretende.

No hay que echar la culpa a los relojes de la pereza de no saber
que ellos son el invento que más miente,
ya que el hombre, teniendo nieve, inventó el reloj,
y ha olvidado, mirándolo, mirar la nieve.

El reloj generó un nuevo tiempo de interior, sin sobresaltos,
porque sabemos qué va a hacer el segundero y esa es la prueba de la mentira,
pues el tiempo no se mide con la nieve, es la nieve,
no es un invento, por eso es tan exacto, y tan impredecible.

Y nosotros somos nieve que mima su trayectoria,
llovizna sin prisa, miel que rezuma entre la luz.
Somos tiempo que no sabe qué hora es, ni cuándo morirá,
y pierde su vida
cada vez que mira un reloj.

Emergencia.



Somos gotas de agua,
o trozos de piedra,
o aire en burbuja,
o granos de arena.

O hojas de hierba.

O lo que tú quieras ser.

Si quieres
puedes ser alguien que va por la calle en silencio
o alguien que grita en un campo de fútbol.

O vete al cine y ve una película solo.

Pero somos gotas de agua, y sabes qué le pasa al agua
cuando es una gota.
Y lo que pasa con el aire en el vacío.
Y sabes lo que es una brizna, y la gravilla,
y has visto, supongo, relojes de arena,
y qué hace el último grano.
Caer puntualmente, como han caído todos.

No es una metáfora, tú
-yo-
no vales nada.

A no ser que acerques tu oído a una boca
o tu boca a un oído, o tu mano
derecha a otra mano tan derecha como ella.
O la izquierda a otra izquierda, es igual.

Y entonces surge algo más grande que el mar, y que la playa,
y que el cielo,
y que las montañas.

No somos agua y aire.
Un río de gente no es un río de agua que se puede sumir.
Su rumor no se ignora porque no es uniforme.

Su rumor no puede ignorarse.

Emerge.

Imagina que el mar se pusiera de acuerdo
gota a gota e hiciera algo.
Eso somos.

Hagamos ya algo.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...