Intersticios vitales.


Hay, entre los átomos, algo sustancial,

y nos empeñamos en ponerle nombres.

Nombres como energía, como vacío. Nombres como nada.

Nos extraña que entre dos partículas

pueda haber una atracción desinteresada, pero la hay.

Como cuando los ojos buscan imágenes sin ver,

o cuando no se está pensando;

como cuando dos puntos se unen en la distancia.


Como cuando yo te amaba

mientras simplemente te atabas los zapatos.


Lo que es ser átomo no tiene tanto mérito

como no serlo, como rodear al átomo para que sepa que lo es

por el contraste.

Entre los huecos de la materia se cuela el tiempo

y aprovecharlo es dejar de contar moles, saborear el vano,

escoplear la música para tocar silencios.

Perderte y seguir viviendo muerto

por encontrarte.

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