El destino viene
deprisa.
Se acerca sin hacer yo nada.
Yo no quiero que el tiempo pase,
pero pasa.
Todos, en esta jaula, somos lo mismo:
el mismo aire, la misma náusea.
Nobody habla.
Solo se oye el destino,
"el destino",
como el eco del mar sobre los acantilados:
lejano y monótono, socavándolos.
Termina el plazo de gracia,
el tren se detiene.
Llego al trabajo.
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