Te llamas Sara.
a S. P. G.
Bajo el agua, en silencio, dormías, Sara,
en un universo sin noción de lo grande y lo pequeño.
A salvo de la luz y con los párpados aún cerrados,
oyendo sin saberlo un corazón,
desde el momento mismo en que tus oídos se formaron.
Y a tu alrededor tu madre, Sara, y tu padre,
entre las batas blancas de los médicos.
Y un miedo como tú, creciendo,
como para los hombres crece el tiempo desde que nacen
hasta que mueren,
pero ese tiempo del miedo era una cuenta atrás
hasta tu nacimiento.
Y simultáneamente corría hacia delante
y crecía como el tiempo de tus padres,
que estaban ya fuera del agua,
entre las batas blancas, con sus párpados abiertos
de par en par.
Te llamas Sara, pero podrías llamarte Esperanza.
No tienes que comprenderlo.
Vive y danos sabor al aire,
sabor al agua, sabor a la luz del Sol.
No tienes que comprenderlo. Vive.
Te llamas Sara,
pero podrías llamarte Esperanza.
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