Plenilunio.


Camino nocturno y es de noche.
Me imagino el asfalto, como empapado
de petróleo, aunque es solo el agua,
que está falta de luz.
Charcos, coches, asfalto.
Semáforos.
La brisa negra,
ruido lejano del tráfico,
el peligro de las calles agazapadas,
las sombras misteriosas
típicas, de las películas.
En cualquier momento la muerte podría volver
y verme aquí,
como si fuera éste su hábitat
y yo estuviese revisando sus cajones sin su permiso,
como si los lectores de este poema la vieran subiendo
por la escalera mientras me ven a mí,
zarandeando su escritorio, a la luz de un flexo,
forzando la cerradura con mi abrecartas;
como si pudieran avisarme
de que la muerte viene, de que me escape
por la escalera de incendios.
Por la mañana todo es distinto,
pero ya es tarde, mi mala suerte ha salido en el periódico.
Dicen que no sentí nada, pero sí,
siempre se siente un último escalofrío:
“Aparece muerta una chica, violada
a la luz de la luna.”

Graciela en el salón de su casa.



Graciela fuma en el salón de su casa:
tiene goteras.
Escucha su gotear, mientras lía
otro cigarrillo.
En la calle llueve, y antes ha nevado.
Aún se ve blanca la terraza de su vecino,
sobre su techo. Es ya de noche.
Se echa a llorar sin hacer ruido,
como si las lágrimas se filtraran
atravesando sus mejillas,
sigue fumando, mira
por la ventana:
tras los cristales la calle
y reflejándose en ellos su cara.
Tras el reflejo, reflejándose,
su alma.

Una metafísica de la existencia.



La tierra no pertenece a nadie
salvo al viento
y el viento le pertenece a ella.
La tierra vuela envuelta en viento
por el vacío desierto del universo.
El universo es ella
y al volar
tiembla
y hace temblar la niebla.
Y la niebla le habla al viento.
Y así se genera el tiempo, y la tierra le pertenece
al viento desde su nacimiento hasta la muerte,
que es la niebla
que aquieta el tiempo.

Sueño que amo que quiero que vuelvo


Sueño que amo que quiero que vuelvo,
que vuelvo a quererte,
que quiero amarte,
que amo volverte
a querer, y que vuelvo
a verte por primera vez.
Y que vuelvo a amarte
por primera vez.
Y que vuelves a amarme por primera vez.
Y que por primera vez
vuelves a besarme,
a cogerme la mano
me acaricias y vuelves
a acariciarme, a besarme,
a verme de cerca
por primera vez
y a amarme.
Y amas como me amaste la primera vez
porque es la primera
y sueño que siempre será la primera
como si fuera la primera vez que soñé,
que era un sueño y estaba despierto, y por eso
sé ahora que este sueño no es
la vez que despierto lo sueño,
y porque lo sé sé también que no es
la vez que te quiero despierto,
porque sé cómo era quererte
por primera vez, y besarte
y que tú me quisieras
y acariciarme y volverme a
acariciar
y me amases, cogerte la mano
despierto, y verte de cerca
sin reconocerte,
y sé que fue un sueño
soñado despierto una vez,
la primera, y que quiero soñarlo
una y otra vez, y que sueño que amo,
que quiero que vuelvo
despierto en sueños.

Al tun tun


Quisiera ser como tú,
un pez azul
navegando sin saber adónde, bajo las olas,
pero con un rumbo fijo
instintivo.
Con un futuro revelado en el momento,
sin pasado.
Un pez azul navegando ahora,
bajo las olas.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...