Domingo, 10 a.m.
Desperté en mi cama
y había una chica durmiendo
junto a mí. No roncaba
casi,
era como un coche oficial estacionado.
Y hasta desnuda era elegante.
Coño, ayer...
Me hice el dormido,
todavía no me había venido tu nombre a la memoria.
Pero la luz sin cortapisas de mi ventana se estaba portando realmente mal,
como un niño acusica, y aquello era una farsa insostenible.
Se giró, la chica, y al mirarme me dijiste
"Buenos días, no sabía dónde estaba"
y ese empleo tan dulce del pasado me indultó
de prosaicas fechorías.
Solo si interrumpo.
Silencio en la sala, el burro va a hablar.
El primero que hable burro será.
El primero que hable burro será.
El vagón ha llegado a la estación,
fin de la línea, repleto
y los viajeros salen y lo vacían.
Estaba lleno y ahora está vacío.
El último pasajero en salir lo vació,
pero alguien salió el primero.
Por eso digo que el silencio es uno
y las palabras infinitas.
Por eso solo hablo si interrumpo.
Perdona pero no.
A Paco Sevilla, de los Diablos Azules, que recitó con gran éxito su verso:
"La cultura es una flor con gafas"
"La cultura es una flor con gafas"
La cultura no es una flor con gafas.
La cultura no usa gafas
porque ve de puta madre,
ni es una flor
aunque a algunos les adorna.
La cultura se come,
como la fruta;
se planta y crece poco a poco
como los árboles.
Como los robles,
como las hayas,
los abedules, y como,
sí, lo voy a decir,
como los alcornoques
(que están protegidos por una muralla
de corcho
porque su savia es con uve
y está poco elaborada).
La cultura es como las patatas:
subterránea, fea.
No apetece si no te la pelan.
Y si la deseas a veces
no te queda más remedio que pelártela.
Constante gravitatoria.
Si a un satélite le quitan el planeta
en plena noche
ni se entera.
Los satélites se creen que el movimiento es rectilíneo,
aunque parezca una órbita.
Y no seré yo quien se lo niegue,
cada cual tiene derecho a definir lo que es la recta
en su universo.
Pero se nota cuando un satélite se aleja
de su planeta para siempre.
Se sabe cuál es el planeta de la pareja.
El planeta se queda donde está,
pero el satélite
no sabe a dónde va.
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