Las hojas de los árboles se hablan entre ellas
y las ramas.
La hierba,
envés de manos sobre hombros,
susurra al oído de la hierba.
Suenan heroicos los pájaros gritando
tal como la vez primera que volaron.
Y se oye al río rumorear
por siempre.
Y el mar.
Y el viento.
Y nadie miente.
El hombre, oyendo el son eterno
del viento sobre el mar.
Hijo del mar y el aire,
dónde; qué día, pletórico de noche,
supo el hombre
de la mentira.
Genial.
ResponderEliminarNená
"Suenan heroicos los pájaros gritando
ResponderEliminartal como la vez primera que volaron.
Y se oye al río rumorear
por siempre." Me gusta mucho este trozo.
Cuando conoció a otro hombre, y tuvo que tratar con la complejidad de ese hombre y su propia complejidad, consiguiendo una armonía perfecta.
ResponderEliminarAsí consiguió que la naturalidad dejase de ser natural, y la verdad fuese relativa.
Precioso y triste poema,
Nená