Imagina un ruido que contuviera todos los sonidos
físicos y de la mente, todas las palabras y los gritos
toda la ira y la lástima y todos los sentidos
Imagina un grupo de sonidos reconociéndose
sabiéndose sonoramente vivos, resonando consonantes y constantes.
Dentro de todo el ruido nada habría cambiado
y sin embargo los sonidos señalados habrían adoptado la armonía
como principio común para todo lo que llamarían vivo.
Habrían extendido la matemática de los sonidos
al campo visual y medirían distancias quizá
en su diatonalización de alguna geometría.
Tal vez habrían pasado por una fase mística
de adoración del ruido rosa o del ultrasonido
y en la reacción atravesado la consiguiente fase positiva.
Tal vez tendrían múltiples explicaciones
para que exista algo en vez de nada
Tal vez habrían llegado a comprenderse en su divinidad
pues existir es una acción que se efectúa
no importa si en el todo o el vacío
es una voluntad de la materia o de la ausencia
a la que un rayo o una grieta le lleva la contraria.
O tal vez habrían pensado ya cómo escapar de no ser nada
para ser algo fuera del todo, o cómo
entretenerse en una eternidad que les hiciera sonar
como una melodía. O tal vez se habrían callado
y ausentes del sonido, escuchando,
nos espían.