Cada noche Silvia Nieva








Cada noche Silvia Nieva

cambiaba el agua al bacalao.

Y el bacalao perdió su sal y la del mar entero

y el recuerdo de la sal y el del agua salada y el de la dulce

y el agua ya era de grifo.

Y el bacalao echó raíz en la nevera o tal vez era micelio,

da igual, aquello era bacalao, no tenía que ocurrir.

Pero ocurría y cada noche yo me daba cuenta de que era ella,

Silvia,

la que tenía razón.


Y un día, al abrir la nevera,

el bacalao voló.

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