Fuck people






Las cosas me hablan en inglés.
Tengo una puerta que encaja mal y cada vez que la cierro
me dice a la cara fuck people

cada vez que la cierro

fuck people

Fiaos de mí, la cierro
un par de veces al día.

Hay un grifo que ayer al abrirlo me soltó un
hey you, motherfucker que me dió escalofríos.

Pero en vez de tomarla con las cosas 
me pregunto
cómo es posible que hablen.
Porque las cosas no hablan, hablan las personas.
Y después me pregunto si no será que no son cosas sino personas
me pregunto por qué asumo que las cosas se perfeccionan
por qué no quiero darme cuenta de que son personas que se disocian
de tanto hacer todo el rato lo mismo.
Me pregunto cuántos millones de personas quedamos.
Me pregunto desde cuándo
hablo yo 
inglés.

Hay gente así, y yo soy uno de ellos.





Tú no lo entiendes, pero soy una piedra.
Y no soy un metal ni una arcilla ni un mineral,
soy un cristal. Una piedra militar.
Entre mis átomos no pasa ni el tiempo.
Mis electrones precisan andador.
No se lo doy. Soy inasequible al desaliento.
Digo frases estancadas en el viento.
No es mi naturaleza doler.

Estoy superquieto.
Yo no me he movido nunca.
No pienso. Estoy sin conocimiento.
Soy un cristal a siete kilómetros del suelo.
Aquí no hay sistema solar.
Nuestro dios es el silencio.
Los terremotos son individuales.
Son un mero movimiento, no tienen sustancia, no ocurren.
Hay un cosquilleo gigantescamente tenue de gluones a modo de ruido blanco.
La nada.
El intersticio.
El caos.
Tú no lo entiendes, pero soy una piedra.

¡Eh!

¡Escucha lo que te digo!

Los ricos del campo santo




Si nos pagaran por masturbarnos todos seríamos millonarios.
Ya no hablaríamos entre nosotros, la especie se extinguiría en una generación.

Todos seríamos los ricos del campo santo.
La Naturaleza aparecería y desaparecería instantáneamente si la vida fuera fácil.

Así que no te quejes.
Aún te sobra tiempo para leer
y ser poesía.

pan





Si pudiera escribir tan solo una palabra escribiría pan.
Amasaría con agua el papel y la palabra
pondría la masa al fuego.
Y tomaría el pan y el verbo lo repartiría.
Y no querría poesía.
Y no sabría lo que he hecho.

si los amaneceres





Si los amaneceres pensaran discutirían
por nuestra causa.
Por no saber quién sabe más sobre nosotros:
si nos queremos, si no,
si hoy es mejor o peor que ayer
o que mañana.

Unos amaneceres y otros no se pondrían de acuerdo, porque en algunos
amanecimos juntos en la misma cama y en el mismo beso.
Nos despertó la misma luz del mismo amanecer
al mismo tiempo.


Otros dirían que estábamos separados,
que despertaron a dos personas diferentes
en dos habitaciones distintas,
atravesando cada ventana de una manera,
incidiendo en dos ángulos opuestos
sobre las sábanas.

Si los amaneceres pensaran se reunirían para charlar,
discretamente,
en las hemerotecas.
En torno a una gran mesa redonda dialogarían,
la presidencia habría de rotar cada día,
siendo además el presidente
de turno
el único ausente...

Yo mismo cedo a veces a la tentación
de no considerar a los amaneceres
como una sucesión continua.


Yo me resisto a pensar que la última palabra es la opinión última,
y que la última emoción es más auténtica que otras anteriores.
Que hoy es más mi vida que ayer,
o que mañana.
Que yo existo, si he de ser
solo una procesión de individuos que se repiten:
fotografías
que hacen cine.




Y no lo pienso, a la luz

de algunos amaneceres, pero sí
a la de otros

lo importante







lo importante no es cómo cantan, 
sino que cantan juntos. 
No se juntan para cantar, cantan 
porque están juntos.

Fui





Fui, después
olvidé qué joven fui.
Olvide cómo ser joven
y ser joven.
Olvidé que lo supe.
Así envejecí.


diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...