A callar.


Malditos todos los músicos,
que no saben tocar y tocan
(la mayoría), malditos
todos los que tocan por tocar.
Malditos los que no tocan
y hablan sobre los demás
y los que, toquen o no,
hablan de lo que tocan,
por mal que toquen, que es mucho, los demás.
Malditos todos los músicos,
incluido yo.
Incluido yo.
Malditos absolutamente todos
los cantantes, de entre los músicos,
porque no sabe cantar ninguno.
Los que tienen voz son malos músicos,
y un buen músico no cantaría
porque es absurdo
usar la voz siendo músico.

A no ser, no hay que decirlo, que seas,
(y vale tanto para los cantantes,
como para los músicos,
como para los malditos,
incluido yo,
incluido yo, yo
incluido),
Barbra Streisand.

Y punto.

1 comentario:

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...