La oscuridad y el frío tras el cristal
y dentro no había luz, aunque veíamos;
todo el calor emanaba de nosotros.
Al término la sed apareció y no se ha ido.
El vidrio protector lloró por devolver el agua,
pero juzgamos que le pertenecía,
y con la luz del alba nos separamos y la sed,
que no deja de ser agua negativa, se dividió.
Sedientos ambos de la misma sed, tú allí, aquí yo,
del mismo río.
cuando el rio se vuelva a juntar podris aplacar la sed, no crees?
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