Primero la oscuridad,
después la lluvia
y luego la tormenta,
los truenos y los rayos.
Siempre es igual,
otras tormentas,
otras parejas
de verano.
No sé cómo no nos hemos dado cuenta.
En qué pensábamos
mientras se hacía la noche en pleno día.
Ya no me hablas,
yo ya no sé qué es lo que quieres que te diga.
Primero la oscuridad,
después la lluvia
y luego la tormenta,
los truenos y los rayos.
Arrecia,
con cada rayo un trueno
lejano, pero exacto,
y la tormenta acercándose,
acercándolos.
Ya no hay remedio,
ya no saldremos juntos de la lluvia.
Solo esperamos el momento
en que restalle la verdad.
Como un trueno
mientras refulge su relámpago,
y la tormenta no pueda estar más cerca.
Solo un instante, el que nos parta a la mitad,
y la tormenta, luego la lluvia, después la oscuridad,
comenzarán, de nuevo, a alejarse,
truenos y rayos alejándose entre sí.
Pero esta vez
te llevarán a ti con ellas,
lejos de mí.
Es lo que tiene ser un ligón de playa, que cuando te mojas pierdes todo tu carácter.
ResponderEliminarPero dicen por ahí que la zarzamora podría adornar los salones del cielo, y que la menor articulación de tu mano podría humillar a todas las máquinas, por lo que........de que rayos preocuparse entonces.
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