Las Diez.
Son las diez
por mi reló.
Por mi lo serían hace tiempo.
Por mí mi reló estaría quieto.
Soy tan idiota
que soy poeta.
Lo siento.
Tu ley.
A veces me da por oír baladas antiguas
de las que hablan de lluvia, de amor,
de antiguas caricias, a veces
parece que en mis ojos hay tierra
y hay agua y huele a tormenta
por venir y vayan a abrirse en mis ojos
tiernas margaritas.
A veces me parece que soy un romántico
y que nada de lo que puedo decir
te merece.
Entonces guardo silencio
como si solo sirviera el lenguaje
del trueno, del rayo de luz
hendiendo las nubes,
el rocío sobre pétalos blancos,
el susurrar de la nieve.
Tú
eres por derecho una palabra
como primavera y como otoño.
Como futuro y como horizonte,
como vida y como lágrima,
como amor en la voz de un poeta.
Eres la naturaleza resumida en una mirada,
en un instante esquivo de comprensión
que da paso a la búsqueda eterna.
Quiero reconstruir mi mente de tal forma
que pueda volver a contenerte,
quiero hacer inteligible el mundo
a través de ti, saber quién soy yo
siendo tú.
Quiero ser tu sonrisa,
tus ojos, tu ley,
las huellas que dejas, el aire que mueves,
la luz que enajenas con tu silueta.
Que al hablarte mi voz me sorprenda.
Que para mí tu nombre, en ese momento,
no sepa a muerte.
Haití
La tierra enterró a los vivos.
Los vivos los desentierran
para volver a enterrarlos
ya muertos en otro sitio
y con lágrimas los riegan,
y luego volverán los blancos
a pastar en esa hierba.
de tiempo y de lana verde
Mi madre teje su tiempo
entre hebras de lana verde:
está tejiendo una chaqueta
y mientras, su tiempo mengua.
Y mientras su tiempo mengua
yo la veo teje que teje
y ya está hecha la chaqueta
de tiempo y de lana verde.
Y pienso mientras la veo
que la chaqueta es de tiempo
y la lana lo sujeta
y es el tiempo de mi madre
que tejío,
para que yo no tuviera
frío en su ausencia.
Mi madre teje que teje
mientras yo
tiembla que tiembla.
Y cuanto más tiemblo más teje.
Y cuanto más teje más tiemblo.
Pienso en mi palabra y la comparo con lo que no sé decir
de tu recuerdo.
A simple vista parece tan absurdo pronunciarla como alumbrar
un aeropuerto con una sola luz.
Sin embargo, sin decirla,
el amor y los recuerdos nunca han sido,
son la música fuera del tiempo
tocada en el vacío;
son la velocidad
respecto a nada.
¡Oh, palabra! Queda dicha
como una estrella silenciosa entre millones
refiriendo brevemente el rumbo
de su constelación,
o como una baliza,
señalando apenas, sin iluminar, las pistas
negras
en las que aviones húmedos de lluvia,
entre su estruendo aterrizan.
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