Hay otras mentes creando universos. De ellos sólo vemos su rastro, indicios que hablan de una existencia que se pregona. Anécdotas ocurridas fuera de nuestro mundo nos son relatadas con el valor añadido de la verdad, pero para mi cabeza todas podrían ser cuentos, yo no las viví, para mí no ocurrieron.
Para las otras mentes creadoras de universos mi vida es una diversión más, como una película, un libro, pero mejor. Como un telediario en el que sale un conocido.
Y no hace falta haberse ido para que se queden los pájaros cantando, porque ya hay miles de pájaros cantando que no oímos.
Mientras murmurabas
yo seguía viviendo.
Ajenos ambos al quehacer del otro,
tú a mi vida y yo al murmullo.
Pero no tenía conciencia en ese tiempo
del susurro de las hojas de los árboles,
de la respiración del bosque y la ciudad,
de miles de pequeños ruidos enmascarados
por un único rumor.
A ese continuo leve crepitar
yo lo solía llamar silencio,
como un folio gris puede parecer blanco
y adelantar aparentemente la tarde.
Hoy se hará la noche y junto a mi ventana
una voz negra iluminada me hablará en son de amigo
con el grillar tan reluciente
como un vaso de cristal
recién lavado
secándose a su brisa veraniega.
Ya vuelve a oler a azahar y es tan callada
que te oiría murmurar.