Te doy la mano
Te doy la mano
porque no podemos caminar entrelazados,
porque el mundo no espera por nosotros dos;
porque mitades de naranja de verdad
no siempre hacen una esfera,
porque en realidad no todo rueda.
Metáfora de abrazo, fractal de torsos y de piernas
te doy la mano porque no soporto el frío galáctico
de la distancia a ti, porque prefiero un dedo tuyo
a todas las estrellas.
Tu mano a cualquier luz.
Tu calor átomo a fes y ciencias.
Porque mi línea recta es la línea de tu huella dactilar.
El burro delante
Soy un burro.
Yo.
El burro delante de tú.
Pero detrás soy aquel que más
te amará. Aquel
que te ama mejor.
Para quien tú
estás.
Yo soy tú
más que tú.
Y a veces huyo hacia adelante
sobrepasándote.
Vuelvo a ser un burro
coceo futuro y pasado
humanos, hago
como si no fuera yo.
Tú lo sabes.
Un burro delante, no yo.
Yo
no quería pegarte
aquel grito,
yo no quería empujarte.
Puñetazo, violación,
puñetazo.
Yo no te estrangulo,
no te mato.
Te quiero tanto delante
de ti,
te amo tanto
delante, tanto
te mato…
Me arrepiento tanto
de ti,
de que tú…
Tú. Te odio tanto
cuando te tratas así…
tú eres yo.
Tú
soy yo.
No quiero oír otro tú
cuando no estaba yo.
Tú
arribando ya a él.
¿Quién fue él?
¿Qué él es?
Yo te mato aquí y allí
él
muere.
Yo soy tu único él.
Te amo tanto,
mato tanto,
tanto yo,
delante,
espanto.
Poema cuyo título es más largo que sí mismo y se convierte en un título de un poema que acaba de dejar de ser un título y así sucesivamente.
Este poema empieza así y termina así.
Así así.
Así así.
Si natural
Doce notas se reparten todo el mundo,
lo enjaulan al comprobar que Pitágoras
fue un falso profeta del número.
Y el número cuenta.
Do, do sostenido, re…
mi bemol,
y así etcétera.
Teclas negras, teclas blancas,
no hay otra libertad más que ésa.
Farsa platónica,
pentatónica apariencia.
Fa,
sol…
Zanahoria digital, temperamento
al que todo le da igual.
Yo quiero tocar de oído el violonchelo,
yo quiero tocar la flauta,
yo quiero escuchar mi infancia de fondo
como un violín chirriando.
Quiero aún
desafinar
de cuando en cuando.
La...
No me tomo al Hertzio tan en serio
que le hago echar la cuenta de cuatrocientos cuarenta,
me parece que al hablar es escuchar el mejor razonamiento.
Pero el piano...
teclas tan blancas o negras...
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Son cosinas,
Tréboles
Mala hierba
El poeta es un plantador de árboles furtivo
Olbap Anitroc
Creí que besarse en la calle era bueno.
Creí que decir lo que pienso,
que mirar a los ojos, escuchar la verdad,
respetar a los otros, llorar,
yo creí
que era bueno.
Nunca en mi infancia oí hablar de dinero.
Por eso de noche
me arrastro hasta un claro del bosque y en él
planto árboles tercos,
y los leñadores
al alba no pueden creer lo deprisa que crece
un poema.
Olbap Anitroc
Creí que besarse en la calle era bueno.
Creí que decir lo que pienso,
que mirar a los ojos, escuchar la verdad,
respetar a los otros, llorar,
yo creí
que era bueno.
Nunca en mi infancia oí hablar de dinero.
Por eso de noche
me arrastro hasta un claro del bosque y en él
planto árboles tercos,
y los leñadores
al alba no pueden creer lo deprisa que crece
un poema.
Crítica feroz
Sana Blog de Babel,
ultraísmo a kilómetros.
Aquelarre alrededor de una biblia. Poetas
descuartizándose.
Halloween crudo, escaramuza al unísono de
sangre china
debacle abierta -portazos del viento-
por derribo.
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lluvia
Elle a toutes les complaisances.
Paul Éluard
Paul Éluard
No escribir ni una palabra.
Dormir.
Saltarme la lengua por los aires.
Dices
que no estás llorando al otro lado del teléfono.
Dices
que hay un niño así que no eres tú.
Pienso en irme al alba a lomos de pájaros mustios
sintiendo los huesos en sus alas como carracas
batiendo bajo la lluvia.
Entre tus lágrimas.
Éxodo
Se fueron apagando los jadeos,
los suspiros y los síes de la casa de al lado
hasta que no se oía ninguno ni su eco,
sustituidos por motores alejándose, adioses
públicos en los aparcamientos.
Y el Sol se hizo notario en las habitaciones del baldío.
Y las semillas yacen en el invernadero.
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Son cosinas,
Tréboles
Gracias por venir
A Paul Éluard, François Villon, Rafael Alberti, Alfonso Camín y León Felipe,
(por medirse con nosotros, mortales, en el Poetry Slam de Halloween)
No existen poetas muertos
yo niego la mayor; y si me apuran
vivos tampoco.
Existe la poesía escrita, la poesía
que duerme a oscuras en los libros
hasta que un lector la agita con sus ojos,
incluso el que la ha escrito, pero el poeta
solo lo es mientras escribe.
No existen los poetas muertos porque los muertos
no existen.
Existe el recuerdo de los muertos en los vivos
como poemas indelebles,
fragmentos de los muertos como reliquias,
como espejos
rotos a la espera de un reflejo.
Las manos, los ojos, el cerebro, el corazón
cadavéricos no escriben.
No piensan, no ven, no riegan de emoción
ningún papel que aún no existe.
Cuántos poemas muertos hay en la ceniza
no se sabe -infinitos-.
Tampoco existen los poemas nunca escritos
por pereza, o por olvido.
No existe nada más que la poesía dicha,
leída, escrita, escribiéndose.
Naciendo para siempre cuando su creador la certifica
con su muerte, la fija con su fin,
y nunca más la toca, no la lee, no la interpreta,
no es nunca más poeta.
Y nunca los que alguna vez fueron poetas
han de saber si volverán a serlo,
pues la única certeza en esta vida es no ser.
Quizá pensáis, poetas muertos,
que desde vuestro paraíso
seguís jugando a este juego
como cuando estabais vivos.
Tal vez creéis que vuestras influencias
se ciernen sobre el mundo y lo gobiernan,
que hay algo de tinta vuestra en lo que ahora escribimos.
Es la inmortalidad para vosotros un blanco pedestal que os alza
sobre nosotros, pero yo, Maestros Antiguos, os aviso:
no es verdad, para la vida actual
es una gran ventaja seguir vivo.
Porque aunque fuisteis ingeniosos
hoy ya lo habéis dicho todo
y no podéis añadir ni una palabra.
Vivir es una gran ventaja.
Tantos hay hoy que os imitan,
tantos que os malinterpretan,
tanto lustre le estáis dando a tantas ideas abyectas…
sois poetas personaje y otros os estereotipan.
Así que adiós.
Gracias por venir y adiós. Adiós,
porque ni Dani Orviz, ni Silvia Nieva,
ni el Cable Azul, ni Andrés Piquer,
ni Johnny Teuma
en media hora soportarán vuestra careta.
Gracias por venir y adiós.
Vuestras penas yacen en las páginas cerradas de los libros.
Toman ojos, como ectoplasmas, las abiertas,
pero hay tan pocas páginas abiertas…
y cada una exige cien cerradas.
Una mirada es un foco que incorpora un fondo de tinieblas.
Gracias por venir y adiós.
Solo sois páginas pasadas
durmiendo y esperando a que las abran,
durmiendo y soñando con el viento,
la pesadilla blanca, la intemperie que no lee,
la que convierte páginas en pasta de papel,
pasta de papel en plantas,
como si la tierra recordara lo que el hombre olvida,
como si la tierra nunca olvidara nada, como
si el hombre, poeta o no, fuera tan solo olvido.
Gracias por venir, poetas muertos,
decid adiós a los vivos,
nosotros os diremos hasta luego.
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Personas
Pasan años hasta que las personas comprenden
que hay mil formas diferentes de vivir
cada segundo.
Como el mar, en una ola,
se desbarata contra la escollera y cada gota
adquiere por el aire su soledad,
hay personas que se van
y hay personas que se quedan solas.
Después, tan solo es la nostalgia,
imagino, de la corriente
quien nos recuerda que fuimos mar
entre regar y regar las flores y el musgo
sobre los que transitan nuestros caminos.
Fairy tale
Del quirófano-fregadero sales con guantes
enjabonados.
Me quieres dar una torta,
lo sé. Mientras me miras observo
gotas jabonosas cayendo
sobre el damero/baldosas
de la cocina.
Las niñas
siempre se fijan en lo que no se nota.
He roto un espejo
(de un balonazo), pero el jabón -juzgas-
en mis ojos es demasiado...
tu sentencia postergada flota,
como una pompa de fairy,
sin verduga.
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