Alicia y Peter




Sonrisa de gato sin gato
que aparece tras la chispa.
Saltan los diferenciales.
La ciudad habla despacio.
La oscuridad tranquiliza.

Ven, Alicia,
baja a mi barrio alto
por la puerta que se abre
solo una vez cada año.

Busco el aliento que yace en un saco de infancia olvidada
yo, entre pelusas,
tantos yos volviendo a casa
a través de la neblina.

Ven, Alicia...

Nunca he visto un caballo tan de cerca
como los de las películas,
nunca he visto tan de cerca una vida
como la que vivirías junto a mí.

...solo una vez cada año.

Te quiero decir maravillas y no estás;
no has estado, en tu memoria;

y ya nunca estarás.

la hora no




Ella llora después del desayuno.
Se le viene el mundo encima, y termina
llorando
encima del mundo.

Y da igual la lluvia, el viento, la luz,
el calor y el calendario.

La hora no. Yo
tampoco.

Ella llora después del desayuno.
De mí
depende cuánto.

me creas





No sé hacer ya que no me crees de otra manera,
más rara cada vez, ajena a mí al alejarte.
Nadie, exceptuándote, ha visitado mi cocina,
te la describen todos por el humo que desprende, por el aroma
que mezclado con mil otros algunos gustan husmear,
y les  prestas tu atención
como quien revisa en un poema enamorado
la ortografía.
No mires lejos si quieres verme bien,
yo ya no existo a través de los filtros atmosféricos.
Mírate a ti. Pregúntate
por qué razón me sonreías.

qué día




Las hojas de los árboles se hablan entre ellas
y las ramas.
La hierba,
envés de manos sobre hombros,
susurra al oído de la hierba.
Suenan heroicos los pájaros gritando
tal como la vez primera que volaron.
Y se oye al río rumorear
por siempre.

Y el mar.
Y el viento.

Y nadie miente.

El hombre, oyendo el son eterno
del viento sobre el mar.
Hijo del mar y el aire,
dónde; qué día, pletórico de noche,
supo el hombre
de la mentira.

Cansada





Cansada de muelle y lana
tomó todas las plumas que encontró
y las metió en un saco.
Había millones, y ella trataba de dormir,
pero hasta aquel colchón la detenía.
Su cuerpo seguía sintiendo la gravedad
y una noche, buscando la postura,
saltó por la ventana.
Y pudo al fin dormir un rato
mientras caía.
Solo el aire fue tan blando.

solo sabe bailar chachachá




En París tienen un metro
que mide exactamente
un metro.
Porque un metro mide un metro
cuando mide lo que mide
ese metro
de París.
Un metro justo.
Es de platino e iridio, como el kilo,
que pesa un kilo exacto, también,
por lo mismo.
Miden bien, los parisinos,
saben medir.
Los españoles, a veces,
cuando hablamos no medimos,
y por eso a una señora del Tea Party madrileño
la llamamos Esperanza.
Y por eso la ponemos a medirnos el subsuelo
y ella nos dice que un metro
de repente
es metro y medio,
y que con dos euros ibas y volvías
y ahora vas y ahí te quedas,
que te falta medio metro pa la vuelta.
No medimos, es así.
En París, donde los niños,
sí.

Los políticos se ríen poniéndonos acertijos
como para demostrar que no sabemos medir,
que no sabemos sumar, que no sabemos,
ni mucho menos,
multiplicar.
Y ahí quería yo llegar:

Más por menos.

Más por menos en cada boca de metro,
en cada andén, cada vagón.
Más por menos, nos preguntan,
y nosotros, madrileños, lo leemos,
pero no lo respondemos.

Yo recuerdo que cuando era pequeño
más por menos era menos.

Madrileños...

¡Madrileños de Madrid, madrugadores activos,
decidme en el alba, a quién,
¿a quién el metro han subido?

Un metro que no se ve porque viaja por debajo,
el metro en que os apiñáis para viajar al trabajo,
que es vuestro único país,
porque no pisáis Madrid hasta que llega el sábado
y ni siquiera, porque el sábado, cansados,
os quisierais desterrar a la patria del Dormir.

Y llega la líder-esa,
sonriente, supertiesa,
que se cae de un helicóptero con Rajoy y sale ilesa,
y se pone un galardón y brinda con la botella
cada vez que inaugura un agujero,
pero nunca pisa el metro porque va por el subsuelo,
y nosotros, madrileños subterráneos
pagamos un metro y medio a medio metro
bajo tierra.
Y mientras vas al trabajo ella baila sobre ti,
porque tu techo es su suelo y,
porque tú sueles estar bajo su suela ella suele sonreír.

Y ella salta y silba y sueña
y siembra
y siega.
Sube, saluda y siente el susurro de la brisa en sus orejas
insensibles a los siervos de la gleba,
a los que sostienen todo sin saber lo que sostienen
más allá de una esperanza a la que tú
se la pelas,
que se sienta en una silla
sola
de su casa SOLariega.

Así nos va, bajo ella
y su amiga la Botella.

Y ahora voy a decir yo lo que no dijeron ellas:

Más por menos significa que os cobramos más
por menos, que por menos
pagáis más.

Más por memos os cobramos
más por memos os jodemos
más por memos.

Y mientras sigáis siendo memos,
más memos que Nos, al menos,
lo que queramos de Vos,
ni más ni menos,
eso será lo que haremos.

saber






silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
G. A. Bécquer



Pensar, ¡saber!
que entre cada brizna
de hierba hay uno
que entre cada letra
cada grano de luz
cada idea palabra
átomo
sonriendo llorando
ni siquiera,
atándote
un zapato.
Un poema entre cada instante
acechando
una imagen posible,
un espejo aguardando
en el ángulo oscuro.
Como el tigre
como el mundo
donde mires,
callando.

Armónicos aurales




Alejándose de ti tan lentamente
que nuestros rápidos ojos no perciben cómo
te vas, y solo dejas tu estela en un reloj.
Yo creo en la ilusión de tu existencia
simultánea a la mía, ya que ambas son
una misma naturaleza.
Pero es falsa, en este juego
de universos, tú y yo
somos las reglas

Todos



Todos los días un grupo de niños protesta
por el olor del aula,
por el olor de un grupo de niños,
al empezar la clase,
al terminar la clase.
Ocurre todos los días
al sonar la campana.
Ocurre todos los días
al abrir los ojos.
Todos los días suena la protesta de cualquiera
por el mundo,
por cualquiera.
Por cómo funciona todo, por cómo
se porta la gente.
Todos los días los espejos se nos tragan
como charcos. Todos los días abrazamos
nuestra imagen
al otro lado.
Sin dejarla respirar
para no olernos.
Sin dejar que salga
del lago.

Tipos fluorescentes




Tipos fluorescentes contra la entropía
orden de cristales entre aullidos
pilas de colillas en castillos
arrullo de niños.

Hordas selenitas que devoran plástico,
papiroflexia del día,
brigadas lanzadas a incursiones limpias.

Muelas sin caries,
húmedo plan antinatural.

Bomberos que apagan la noche en el alba.

Jardineros que riegan la luz
que ilumina
el pan.

Comba...





Comba la bóveda
celeste, Selene,
hacia afuera,
amanece de una vez.
Quieta. Deja que yo,
previo a Copérnico, crea
en tu órbita en torno,
que sea paladar
más que lengua, que sea
de algo
único ejemplo.
Apiérname entre tus piernas.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...