El técnico del Hubble
al que le deja la novia y se le cae una lágrima en el espejo del telescopio
el día antes del lanzamiento,
y él sabe que la lágrima detiene el lanzamiento, y como lo sabe
se lo calla.
Y se lanza. Y el espejo en el espacio se deteriora con grietas minúsculas,
por culpa de la lágrima.
Y al enchufarlo en Houston a la red
y darle un ingeniero al play el espejo
no da la talla.
Y se ven un trillón de billones
de millones, de miles,
de centenas,
de decenas,
de unas,
de ningunas
galaxias
menos
que valen lo mismo que la lágrima del técnico.