Queda tiempo



Se oye la sirena de un tren presto a salir para siempre.
Uno nunca sabe si eso es cierto.
Esta ocasión lo parece.
Se ve correr a la gente.
El reloj marca la hora puntual
que he leído en mi billete.
Me pregunto absorto en el andén qué espero.
Entre empujones anónimos, ajeno
a la prisa, a los apuros,
parezco el espectador
de otra vida.
No cargo con las maletas preceptivas,
las manos en los bolsillos,
me veo como un paseante
que ha venido a despedirse
de su viaje.
El tren parte.
Lentamente.
Queda tiempo.

Todos lo han visto

Como a un germen enraizado entre las pausas del tiempo,
la estupidez y la maldad amamantaron a su hijo.
Es quien trabaja cuando el resto duerme,
quien se afana en el dolor ajeno, y crece
libando lágrimas, propagando mala suerte.

Todos lo han visto, nadie que haya mirado podrá ser inocente.

Una mancha extendida y atroz en piel ajena,
un susurro detrás de la voz, desde los bronquios,
tan extraño a la muerte como un jirón de vida pura.
Un picor que nunca empequeñece.

Todos lo han visto, nadie que haya mirado podrá ser inocente.

Como una arma cargada que nadie empuña,
como una palabra soez aún no pronunciada.
Como un nido de serpientes en el amanecer,
como cuerdas y cadenas, y látigos almacenados
tras las puertas secretas de las mentes.

Todos lo han visto, nadie que haya mirado podrá ser inocente.

En la mirada de los hombres hay un segundo análisis del gesto,
de la curiosidad, de los rumores. De las últimas palabras de los niños.
Hay una incomprensión cansada de las cosas
y al despertar cada mañana hay una arcada
unciendo como un yugo cada respiración.

Todos lo han visto, nadie que haya mirado podrá ser inocente.

Un ruido rosa, artificial, haciéndose pasar por ruido blanco.
Una imitación continua de la vida que la suplanta,
la simplifica. La hace más cómoda,
y alimentándose de ella la vence una y otra vez
hasta que logra de sus frutos que la olviden.

Todos lo han visto, nadie que haya mirado podrá ser inocente.

Ya llueven los mártires del cielo. Mueren y vuelven.
Habrán de surgir del suelo héroes, pero es un yermo
y sobre él campan profetas que en su peregrinaje errático
con cada paso seco apelmazan más la tierra.

Todos lo han visto, nadie que haya mirado podrá ser inocente.

El tiempo domesticado de los relojes se ha instaurado,
transcurre lento pautando vidas
como en el temperamento igual de un clavicordio
las ahorma, y ya no sienten
ninguna incertidumbre, ninguna alegría.

Todos lo han visto, nadie que haya mirado podrá ser inocente.

Y no hay amor, sino un roce compasivo
Y entre los padres y los hijos se ha abierto un abismo hediendo a guerra.
Las madres cortan flores en los campos,
las llevan a llorar y en los montículos
la savia y la saliva y las lágrimas no obran el milagro.

Todos lo han visto, nadie que haya mirado podrá ser inocente.

Sola ya queda la espera de otra cosa,
de la inversión doliente del proceso,
de un nuevo mundo tan inexperto y joven que borre los errores,
que no recuerde éste, silvestres los caminos
que van y vuelven entre la libertad
y el totalitarismo.

Todos lo han visto.

Nadie que haya mirado podrá ser inocente.

Imágenes intercambiables

Imágenes intercambiables para que entiendas,
amigo, como me siento.
Aunque quizá debiera decir, como principal imagen
por la que intercambiar la mía, y que así te pongas tú en mi lugar,
que me siento como tú
cuando sentiste esto mismo;
que todos lo hemos sentido alguna vez
y los que no, lo sentirán.
Es tan común que puede parecer estúpido intentar explicárselo a un
[amigo.
Basta decir: ruptura
sentimental.

Pero tengo dos motivos:

Que tú te identifiques conmigo porque me crees,
porque sabes que lo que siento es eso exactamente,
porque nadie que no lo sienta o no lo haya sentido antes
lo puede intercambiar sin que se note;
dejar claro que no estoy sólo diciendo esas palabras
mencionadas en los versos diez y once,
sino que lo estoy pasando mal, como tú recuerdas que se pasa en esos trances.

También, al explicarlo, descomponer el dolor en partes:
algo amargo, algo punzante, paso de tiempo...

(Imágenes intercambiables con lo real
para pensar en otra cosa y consolarme algo
dándome cuenta de que esto es habitual y forma parte de la vida.
Por lo tanto es preferible a la muerte.)

Me imagino, así, una tortuga volteada por el viento que siente el crujido del carey contra las piedras,

puedo decir que tengo el corazón como si me lo hubiese pillado con la puerta...

puedo decir que el tiempo actual se pierde como hojas verdes cayendo de los árboles...


todo menos seguir pensando en ella y en su ausencia.

Imágenes intercambiables III

A pesar de mi absurda racionalidad, a pesar
de mi capacidad para el olvido, que a mí mismo me sorprende,
a pesar de eso que otros llaman madurez, que me amenaza,
a pesar de los días celestes que llevamos conseguidos,
a pesar de que nos separa sólo una distancia o un tiempo tenue,
a pesar de que te tuve y de que sé que te tendré
siempre; a pesar de que me esfuerzo en no pensarlo,
cada momento que no estás, a veces no consigo evitar
considerarlo tiempo precioso
perdido.

Después de comprender para qué sirvo
(para aprovechar tu tiempo amándote)
el tiempo sin ti se me cae como hojas verdes
de los árboles.

Imágenes intercambiables II

Tengo el corazón como si me lo hubiese pillado con la puerta.

Ya sabe, amoratado, dolorido, con la marca más blanca de la puerta, más hinchada,
pero no lo tengo roto, no está partido.
Para partir un corazón ha de hacer falta tanto dolor...
porque siempre se dicen, tras las rupturas
sentimentales, frases
como "se me partió el corazón"...
"el corazón destrozado"...
"corazón roto"...

deduzco, aventuro,
que es como los que hablan de política o de fútbol
en los bares:
por hablar...
sin saber...
el médico es usted, pero supongo que
a nadie se le rompe el corazón de desamor,
no existirían palabras como adulto.

Ni como co-
lesterol.

Imágenes intercambiables I

Desesperado, busco un papel
y un bolígrafo azul.
Para escribir. Para que ruede la bola empapada
de tinta por el folio y sentir
que mis ideas circulan
con escaso rozamiento.
Me has llamado por teléfono
y detecto en mí el sentimiento de necesitar tus besos.
Me pregunto si esta ansiedad se me curaría con eso.
Estoy como una tortuga
que le dio la vuelta el viento.
Siento crujir mi corazón
como cruje el carey contra una piedra al sol.
Si no te veo, si no te tengo
me desoriento.

Daños a terceros

Yo era uno, tú eras dos, y cuando él llegó
fui el tercero.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...