...siempre...



...antes.
...algo antes.
...pasa algo antes.
...siempre pasa algo antes.


Es difícil ver desde dentro
un ciclo completo,
pero lo que nunca veremos
es su comienzo.
Porque no comienza él,
sino nosotros.
Y nunca pasa algo antes
que no pasará después,
ni viceversa.

Olbàp Anìtroc, poeta anterior.

Pathos.



Hoy
he visto llorando un pato:
cuáa, cuáa,
cuán desgraciado soy,
cuáa...


su triste parpar carece de eco entre los humanos,
que lo preparan al horno,
que lo reducen a almohada,
que lo confinan en lata
confitado, o con cointreau
a la naranja...
patética contrariedad,
cuáa;
sin parpadear.


Sobre su estanque de plata
entreoí hoy los ecos de un planto de ánade onírico,
de pato proteico,
de magret sangriento
de oporto.
Y junto a él, paradójicos,
tan sordos como los hombres,
como el albaricoquero cómplice,
e inermes, su guarnición de orejones.

Cuantico amor.




Al parecer existen miles de Universos,
no sólo Éste.
Uno tras cada decisión, tras cada posibilidad.
Solemos creer que lo que no ocurre no existe, pero,
parece ser,
la probabilidad gobierna el Mundo.
Se trata de conceptos que quizá la simple mente humana
no pueda comprender;
para eso ha creado el hombre
las matemáticas, la fe
y a Stephen Hawking.


Empíricamente yo,
un ignorante,
he descubierto que es cierto.
Porque estoy en una rama equivocada
del árbol en que la Física, a cada instante,
convierte mis infinitas vidas.
Y la memoria cuántica de mis neuronas
y de mi corazón
me grita
que dé la vuelta,
que hay miles de futuros junto a ti,
pero este no.


(Y de volver atrás
Stephen Hawking
no dice nada).

Calle/plaza/avenida/travesía.

foto: ibotamino (Fer)

Hay notas de Stradivarius
que más bien son desvaríos.


Rebotan aquí y allá:
una pared, una orquesta,
un tímpano desprevenido...


Por el contrario otras veces
la vibración simpatiza con alguien
y se queda agitando una cabeza,
explicando una emoción.


Ya suceda este fenómeno en un teatro,
auditorio, o una iglesia,
o aunque suceda en la
calle/plaza/avenida/travesía,
al recibir el mensaje, esa cabeza
convierte en artista al músico.


Y no importa que el violín
no sea un Stradivarius,
o sí,
ni el teatro, el auditorio o la iglesia;
ni por supuesto tampoco, entre público y artista
importa el tipo de vía.

Alegría.



De entre todas las formas de la alegría,
y son muchas, entrado ya el siglo veintiuno,
yo he elegido, por costumbre y por salud,
por socialismo, presión de grupo, o camaradería,
el cubalibre
de to’ la vida.
Y porque estoy de acuerdo en todo con su nombre,
pues yo me siento a veces una isla y me libera,
y porque pienso solo de corazón
en su vasodilatadora compañía.


Y porque es mejor beber de pie
que vivir, bajo la dictadura abstemia,
de rodillas.

Si los amaneceres pensaran...



Si los amaneceres pensaran discutirían
por nuestra causa.
Por no saber quién sabe más sobre nosotros:
si nos queremos,
si no,
si hoy es mejor o peor que ayer
o que mañana.


Unos amaneceres y otros no se pondrían de acuerdo, porque en algunos
amanecimos juntos en la misma cama y en el mismo beso.
Nos despertó la misma luz del mismo amanecer
al mismo tiempo.


Otros dirían que estábamos separados,
que despertaron a dos personas distintas
en dos distintas habitaciones,
atravesando cada ventana de una manera,
incidiendo en dos ángulos distintos,
sobre las sábanas.


Si los amaneceres pensaran se reunirían para charlar,
discretamente,
en las hemerotecas.
En torno a una gran mesa redonda
cuya presidencia habría de rotar cada día,
siendo además
el presidente de turno
el único ausente...


Yo mismo cedo a veces a la tentación
de no considerar a los amaneceres
como una sucesión continua.
Me resisto a pensar que la última palabra es la opinión última,
que la última emoción es más auténtica que las anteriores.
Que hoy es más mi vida que ayer,
que mañana.
Que yo existo, si he de ser
solo una procesión de individuos
que se repiten:
fotografías
que hacen cine.


Y no lo pienso, a la luz de algunos amaneceres
y a menudo confío mi vida a su discreción.


Si al acabar la vida de los poetas
no queda más que un libro de poemas,
qué va a quedar de hoy.
Imágenes calcadas, y sobre ellas
los mismos pensamientos.
Hasta la luz del alba es neutra
y en el resuello de los semáforos
se escucha al mismo locutor
hablándonos del tiempo
que hará mañana.
Hoy ha acabado todo,
somos carnada a barlovento
de los cronómetros hambrientos.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...