lluvia





Elle a toutes les complaisances. 
Paul Éluard                                     


No escribir ni una palabra.
Dormir.
Saltarme la lengua por los aires.

Dices
que no estás llorando al otro lado del teléfono.
Dices
que hay un niño así que no eres tú.

Pienso en irme al alba a lomos de pájaros mustios
sintiendo los huesos en sus alas como carracas
batiendo bajo la lluvia.

Entre tus lágrimas.

Éxodo



Se fueron apagando los jadeos,
los suspiros y los síes de la casa de al lado
hasta que no se oía ninguno ni su eco,
sustituidos por motores alejándose, adioses
públicos en los aparcamientos.
Y el Sol se hizo notario en las habitaciones del baldío.
Y las semillas yacen en el invernadero.

Gracias por venir



 

A Paul Éluard, François Villon, Rafael Alberti, Alfonso Camín y León Felipe,
(por medirse con nosotros, mortales, en el Poetry Slam de Halloween)


No existen poetas muertos
yo niego la mayor; y si me apuran
vivos tampoco.
Existe la poesía escrita, la poesía
que duerme a oscuras en los libros
hasta que un lector la agita con sus ojos,
incluso el  que la ha escrito, pero el poeta  
solo lo es  mientras escribe.
No existen los poetas muertos porque los muertos
no existen.
Existe el recuerdo de los muertos en los vivos
como poemas indelebles,
fragmentos de los muertos como reliquias,
como espejos
rotos a la espera de un reflejo.
Las manos, los ojos, el cerebro, el corazón
cadavéricos no escriben.
No piensan, no ven, no riegan de emoción
ningún papel que aún no existe.
Cuántos poemas muertos hay en la ceniza
no se sabe -infinitos-.
Tampoco existen los poemas nunca escritos
por pereza, o por olvido.
No existe nada más que la poesía dicha,
leída, escrita, escribiéndose.
Naciendo para siempre cuando su creador la certifica
con su muerte, la fija con su fin,
y nunca más la toca, no la lee, no la interpreta,
no es nunca más poeta.
Y nunca los que alguna vez fueron poetas
han de saber si volverán a serlo,
pues la única certeza en esta vida es no ser.

Quizá pensáis, poetas muertos,
que desde vuestro paraíso
seguís jugando a este juego
como cuando estabais vivos.
Tal vez creéis que vuestras influencias
se ciernen sobre el mundo y lo gobiernan,
que hay algo de tinta vuestra en lo que ahora escribimos.
Es la inmortalidad para vosotros un blanco pedestal que os alza
sobre nosotros, pero yo, Maestros Antiguos, os aviso:
no es verdad, para la vida actual
es una gran ventaja seguir vivo.
Porque aunque fuisteis ingeniosos
hoy ya lo habéis dicho todo
y no podéis añadir ni una palabra.
Vivir es una gran ventaja.
Tantos hay hoy que os imitan,
tantos que os malinterpretan,
tanto lustre le estáis dando a tantas ideas abyectas…
sois poetas personaje y otros os estereotipan.

Así que adiós.
Gracias por venir y adiós. Adiós,
porque ni Dani Orviz, ni Silvia Nieva,
ni el Cable Azul, ni Andrés Piquer,
ni Johnny Teuma
en media hora soportarán vuestra careta.
Gracias por venir y adiós.
Vuestras penas yacen en las páginas cerradas de los libros.
Toman ojos, como ectoplasmas, las abiertas,
pero hay tan pocas páginas abiertas…
y cada una exige cien cerradas.
Una mirada es un foco que incorpora un fondo de tinieblas.
Gracias por venir y adiós.
Solo sois páginas pasadas
durmiendo y esperando a que las abran,
durmiendo y soñando con el viento,
la pesadilla blanca, la intemperie que no lee,
la que convierte páginas en pasta de papel,
pasta de papel en plantas,
como si la tierra recordara lo que el hombre olvida,
como si la tierra nunca olvidara nada, como
si el hombre, poeta o no, fuera tan solo olvido.
Gracias por venir, poetas muertos,
decid adiós a los vivos,
nosotros os diremos hasta luego.

Personas




Pasan años hasta que las personas comprenden
que hay mil formas diferentes de vivir
cada segundo.
Como el mar, en una ola,
se desbarata contra la escollera y cada gota
adquiere por el aire su soledad,
hay personas que se van
y hay personas que se quedan solas.
Después, tan solo es la nostalgia,
imagino, de la corriente
quien nos recuerda que fuimos mar
entre regar y regar las flores y el musgo
sobre los que transitan nuestros caminos.

Fairy tale



Del quirófano-fregadero sales con guantes
enjabonados.
Me quieres dar una torta,
lo sé. Mientras me miras observo
gotas jabonosas cayendo
sobre el damero/baldosas
de la cocina.
Las niñas
siempre se fijan en lo que no se nota.
He roto un espejo
(de un balonazo), pero el jabón -juzgas-
en mis ojos es demasiado...

tu sentencia postergada flota,
como una pompa de fairy,
sin verduga.

este cáliz

si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae -digo, es un decir-
salid, niños del mundo; id a buscarla!...

César Vallejo, España, aparta de mí este Cáliz




Los lápices sin punta ya no asustan, Madre,
habías de ver
en qué ha quedado todo.
Con la navaja abierta los jerifaltes siegan
lápices.
Desde que nacen los enmudecen, los alisan,
los crían impotentes, sin punta que amenace
ningún papel en blanco.

Los niños lloran solos en las cunas mientras los padres yacen
amordazados,
con máscaras sin ojos, sin oídos,
como bulbos que alimentaran otra flor.

Los lápices sin punta ya no asustan a nadie, es al contrario,
los llevan a escribir la misma frase
mil veces sobre lija hasta que ya no tienen mina,
ya no son lápices. No escriben nada.
Ya no hay dibujos, Madre, no hay ya letras
a ras de suelo,
y lo más preocupante, España,
ya no hay miedo.

Presumíes de ser buen mozu...




Uno, músico, poeta, líder de masas,
llega un momento en que no sabe
lo que saben los demás;
toca, escribe, esbabaya.
Trata de ahorrar, de estuprar nuevas criadas
por si llega de improviso la patada.

domingo, 6:34



Esta vez el ruido no despierta a nadie
nadie abre los ojos y se estira.
Nadie se levanta preguntándose
"ese estruendo, qué habrá sido".
Así que todos se quedan dormidos
en la carretera
donde no hace frío y amanece.
Las sirenas, los taladros,
los gritos. Teléfonos, fotografías.
Sin cuidado. Todos duermen.
Nadie sueña.

justo ahora

Bajo la lámina blanca de mi encimera
hay cientos de huevos de cucarachas,
no me lo niegues
aunque los veas.

No me lo niegues.

Bajo el desagüe
en los huecos de agua caliente incluso en invierno
tienen su hogar las ratas.
A veces, inexperta, alguna sale muerta del grifo.
Sé que lo sabes, pero callas
porque lo has visto.

Sé que lo sabes.

Hay miles de arañas detrás de mis ojos
tejiendo un telón de blanca muerte,
y tú, hijo, aún sigues diciéndome
que todo irá bien.

Hijo.

Veo tus lágrimas, no sé
justo ahora
olvidarlas.

Techos




Buscando un techo, el joven español
le preguntó a sus padres
y le dijeron: "búscate otro,
ya tienes treinta años."
Le preguntó a su jefe, quien le dijo
"yo te cobijo todo el día,
pero la noche te la pagas con tu sueldo."
Buscando un techo, el joven español
entró en un banco.
"Señor banquero, las noches son muy frías
y no tengo dinero para un techo;
tal vez, si yo se lo devuelvo poco a poco,
podría usted ayudarme".
Y el banquero, sonriendo, le repuso
"búscate un socio, cásate con él
y ya veremos".
Y el joven español así lo hizo y entre su socio y él
fabricaron un techo invisible para sus vidas
y, sobre éste,
el banquero construyó
su edificio.

Repámpanos eléctricos



Qué va una luz a ser vaga a la velocidad que va.
Y si la luz fuera vaga, poeta,
entonces tú...
Olbáp Anítroc, poeta anterior

Orgasmo de palabro metafísico
amor encarcelado en redecilla
mirada maliciosa aviesa abrupta
incorrección prosódica nenúfar.

(Esdrujuleo) de miércoles en jueves de comadres
iniciación (sabático)-julai del pensamiento
olvido involuntario autoindulgente
muerte del verso a manos del rectángulo.

Azúcar que te impide abrir el tarro
inerte mermelada de ciruela
cortada en cachos brunos contrahechos.

Sonrisa camuflada entre la loza
conducta deferente de barbarie
lujuria taparrabos piel y huesos

albatros extraviados,
reloj sin brújula.
Ridículo cristal hipoalergénico.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...