La noche de la mujer trabajadora
Entra en la cocina
sujeta el grifo
mira a otro lado.
Habla de algo distinto mientras lo aprieta.
Yo sigo con mi vista su mirada por la ventana abierta.
Qué importa, la ventana.
Con expresión distraida,
como si hubiera hecho esto mil veces hoy,
abre la llave, que estalla empapándola.
No dice nada.
Se seca lentamente, sin apartar sus ojos de los míos.
Me ofrece un chicle.
Se va
por donde vino, hay más
averías.
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