Jugueteo con la idea de la muerte
no como de niño con fuego,
no como de adolescente
con amor,
no como de adulto
con dinero.
Jugueteo con la idea de la muerte
para pasar este rato
que se me está haciendo la ostia de largo.
Empiezo, como si una idea y otra fuesen complementarias,
como en los dibujos de ese Escher,
a juguetear, también, alternativamente,
con la idea de la vida.
Pero de otra manera diferente a como estoy acostumbrado,
comparándola con la de la muerte siendo ésta la predominante,
la que define a la otra,
que suele ser la que por defecto predomina.
Observo el viento, por ejemplo,
en mis cabellos, en mis ropas,
y me parece agradable por si mismo,
sin que esa sensación se vea empañada
por ningún presentimiento, ni pensamientos oscuros
de futuro.
Pienso que el futuro me ha estropeado el presente tantas veces...
Ahora que, por mi situación,
(me precipito desde una azotea hacia el suelo
por voluntad propia, me suicido)
estoy viviendo el presente más que nunca,
lo lamento.
Solo el tiempo justo para lamentar también
mi preocupación ahora por errores del pasado
que no van, a esta altura,
a ningún sitio.
Soy un triste.
He hecho bien,
muero
tranquilo.