Es posible, contrariamente a lo que nos dice la intuición,
medir la velocidad instantánea de un cuerpo.
Sería la velocidad media en un instante,
tangente a la función de todas las velocidades.
Así, yo me decido a medir mis sentimientos.
Definiéndolos para un instante dado,
sufriéndolos para siempre, recordando.
Tú apareces en algunos de los tiempos que decido ahora escribir,
y quizá eso sea injusto (o quizá no).
No obstante, al tratarse de sentimientos
aislados,
tu aparición junto a mí es un proceso estocástico que juzgarán los idiotas.
Yo no juzgo. Describo y lucho.
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