
Late una historia oculta
-tras el telón del pelo, sobre los leves párpados
contorneando el mar, el cielo,
como las flores de la lavándula-
en el metro: la mirada.
En qué momento entró la niña no lo sé,
los ojos por el suelo,
no lee un libro ni escucha música,
no ve ni mira nada;
habita mientras viaja en un secreto
-quizá su vida entera-
invisibilizada.
Escruto la carcasa de sus sueños
y los intuyo árabes,
desérticos.
Un paraíso de silencio y soledad
donde cada sonido pudiera ser una palabra.
El metro
es una máquina del tiempo,
un subterfugio para estar en otro lado
y mientras dura el lapso negro de la apnea
cada persona es una cápsula de exuberancia.
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