San Valentín, y tal.
Y los jóvenes besándose en la calle
como los enamorados se supone
que deben
besarse.
Una profusión absurda de futuras mustias flores,
y bombones, que otro día
se aliarían
con pulsiones anoréxicas,
bulímicas.
Sin embargo hoy todo se permite.
Volveremos a juzgar a Julia Roberts
como a la cenicienta moderna,
mientras que las postmodernas
pasean arriba y abajo,
abajo y arriba,
por Montera.
Entre SIDA, hongos, chulos;
junto a otros desgraciados.
Tal vez Richard Gere se presente esta tarde
con sus veinte euros
y su chulería.
Cariño,
feliz día
de los enamorados.
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