Siempre, al salir del garaje,
recorro unos cuantos metros de más
con el intermitente puesto.
Unos metros en la acera
sonrojados
otros no.
Ellos nunca saben
de antemano (depende de la velocidad,
depende del tráfico)
si serán iluminados. Después
no pienso más en eso en todo el día.
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