Ella llora sobre mí,
y es como si me lloviera
y aunque vengo del orbayo ya no sé
si llueve o estoy llorando.
Cuatro gotas, pero mojan
como caerse de un barco
por la borda en el Cantábrico,
con la sal, el frío, el desamparo.
Ella llora y yo naufrago.
Ella llora sobre mí,
y es como si me lloviera
y aunque vengo del orbayo ya no sé
si llueve o estoy llorando.
Cuatro gotas, pero mojan
como caerse de un barco
por la borda en el Cantábrico,
con la sal, el frío, el desamparo.
Ella llora y yo naufrago.
Acaso el preciosismo en la poesía dependa de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado, es decir, si multiplica u opaca. Te...
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