Que no haya en mitad de la noche
un rincón donde esconderme
estando todo tan oscuro,
tan en silencio;
teniendo yo la visión adaptada
como la tengo a las tinieblas;
que no haya un rincón seguro
es llamativo.
El hecho de que nadie más que yo me encuentre es frustrante.
Y yo salgo cada amanecer
dando voces y saltando de mi madriguera,
pero los depredadores no me hacen ningún caso.
Me paso el día en la charca
esperando el zarpazo salvador en la espalda
y podría terminarse el agua.
Nunca he tenido sed,
ni miedo a la muerte,
pero sé que yo no soy de los que matan.
No hay espejos en la sabana,
pero si los hubiera y al reflejarme
apareciese un león sería burocracia
de los espejos,
espejismo.
Yo no soy de los que matan.