El dolor es difícil de explicar.
No merece la pena.
Hablar de él duele,
pensar en él lo alimenta.
El olvido es lo único que lo atenúa,
pero el olvido es renuncia. Al principio
repugna al intelecto,
más adelante al instinto.
Hay que ser otro para que le deje de doler a uno
y los cambios son derrotas.
Hacer las maletas con meticulosidad
para arrojarlas al fuego: el amor,
la amistad,
los sueños.
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¿por qué los cambios son derrotas?
ResponderEliminarCuando uno cambia para esquivar el dolor cambia obligado. El dolor le obliga a seguir otro camino, otra derrota, jugando con la otra acepción de la palabra.
ResponderEliminarderrota: Rumbo o dirección que llevan en su navegación las embarcaciones.