oleaje
Amo el oleaje porque me recuerda a tu respiración:
cuando en la hora de irme temo
no volver
de la oscura travesía.
Me gusta escuchar que navegas tu sueño
si yo soy tu costa.
Creer que al dormirme mi Ítaca
se ancla en tu cama.
Y partir.
Yo como un clavo
Yo como un clavo
que camina y se detiene en equilibrio.
Y miro el mar y el firmamento
y siento el viento frío en torno a la cabeza
distingo el horizonte allá, lejano,
inalcanzable, tan hermoso...
y lo es aún más porque hay futuro
y es un martillo.
En blanco en Navidad
Sigue, Navidad, año tras año,
nevando en los grandes almacenes.
En las pupilas de los niños que, éste también,
ven a Macaulay Culkin por la tele.
En los dibujos animados,
en los anuncios,
en el belén.
Tú sigue navidad, nevando en todas partes
menos aquí en mi calle,
donde yo duermo ahora a la intemperie.
Nieva si quieres en mi casa, dentro.
Ya nadie vive allí. Tú nieva.
Ya nadie paga las facturas de la calefacción
para que el vaho no empañe el villancico; nadie la luz,
para lograr intermitente brillo en el abeto.
Allí ya solo duermen sueños congelados,
allí puedes nevar como en mí nievas hace tiempo.
Pero si en mí ha de ser, no sea sobre mí -nosotros- pido.
Nieva, sigue nevando, Navidad,
sobre los techos de los que tienen aún hogar
y un clima cálido en el pecho.
Y déjame, déjanos, dormir calientes.
En la calle,
como regalos que los pajes de los Reyes
juzgaron mal envueltos.
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Son cosinas,
Tréboles
Mañana
Mañana abro la jam session de Diablos Azules. He elaborado un poemario muy breve, para la ocasión, titulado "Concesiones a la galería".
Se podrá ver por la hoja en blanco? nunca se sabe.
Comienza en teoría a las 21:00 (hora española) pero seguramente se retrasará, porque, entre otras cosas, yo salgo de un curso a esa hora y tardaré 40 minutos en llegar.
http://www.lahojaenblanco.es/
Aprovecho para saludar a todos los que me leéis aquí, no me quiero poner muy emocional, pero gracias.
el tiempo como comburente
Hay que imaginarse a Dios probando inventos.
Las matemáticas, la música,
el placer,
el horizonte.
Después
el ser humano.
Consecuencia, relleno,
operario sin mérito.
No se preocupó por ocultarse una vez nos dio los ojos
ni por qué íbamos a hacer cuando nos dejara libres.
Para eso le servimos.
Nos espía cuando somos como él,
complejos
seres
aburridos.
de tanto abrazo loco y sin medida
Si tú
o yo
quisiéramos a alguien
el otro lo sabría.
No estaríamos todo el día juntos
odiando en el silencio,
como follábamos
en el principio
por el suelo,
sin darnos cuenta de lo que no teníamos:
colchón, preservativos,
futuro.
Y ahora que tenemos todo eso
no oímos,
cuando odiamos
en el silencio,
todo
lo que ya
no nos decimos.
crisis
La noche está preciosa con su luz
ausente
solo algunas estrellas dicen vente,
pero tú no has de ir, porque es corriente
correr hacia la luz entre polillas.
Y tú no eres.
Es en la oscuridad donde tu juicio
deja la vida fuera y se aclara
y las ideas que piensas tenuemente
sin los ojos se ven no vagas, claras.
Verás que lo que has visto por el día
será como un dios caido en desgracia
que alicaído nunca volaría.
Sabrás que abrir los ojos esta noche
te envalentonará ambas pupilas
y aprehenderán la luz sin su derroche.
Plaza de San Ildefonso, 8 a.m.
Las uñas de los pies
negras de andar descalzo.
Pétrea mirada en blanco
invisible que se ve.
El lecho de cartón,
rubia de desayuno,
grises volutas de humo
entre brindis por el sol.
Borracho de la plaza,
fiel de los transeúntes,
traspiés de misa a casa
ausente de tu vida.
Midas de ojos azules
que olvida lo que mira.
Verbos de barro.
Les dice Jesús: Desatadle, y dejadle ir.
Juan, 11:44
Un poeta está escribiendo
su poema.
Ve imágenes, escucha, huele,
saborea, recuerda.
Resbala por el papel
como por un tobogán de la infancia,
uno de aquellos que terminaban
de pronto,
cuando dejaban de ser
toboganes.
La rampa solo es la rampa.
La rampa solo es la rampa.
Y se repite la historia que no estaba previsto repetir.
Un poeta está escribiendo su poema.
Poema escribiéndose: palabras muertas que resucitan.
Un funeral inverso
en el que los vivos reciben a los muertos.
Me imagino al hombre que escribe,
sentado en una silla,
sobre un papel, con un bolígrafo.
Creando un universo
sobre un papel, con un bolígrafo.
Tal vez dios de algunas leyes propias de lo escrito
sobre un papel...
es un hombre que se convierte en
un poeta, cuando crea.
Como Dios fue dios mientras creó.
Es un hombre que es solo un hombre
cuando deja de crear.
Un animal mortal respirando el aire del presente,
quemándose por dentro hasta la muerte con su oxígeno,
con su orden
cronológico.
Más cierto que los dioses
eternos, fuera del tiempo,
inexistentes
mientras no donan soplos animadores de las nadas.
Ahora imagino al poeta
que escribe, sentado en una silla.
Y deja de escribir unos instantes
y deja de existir, y esos instantes
los vive el hombre solo.
Pero no quiero imaginar al hombre:
borro al hombre.
Quiero ver la intermitencia del poeta
como una imagen en una tele mal sintonizada
en la que las imágenes vienen y van
mostrándonos el artificio técnico
que es llamar a una pantalla
realidad.
Así veo yo a ese poeta
que escribe ahora una letra
y escribe una letra
y piensa, y se distrae,
y la poesía agoniza a sus pies de hombre que no escribe
porque no hay ningún poeta rescatando a las palabras
de sus tumbas
y llamándolas a alinearse
en ese patio blanco de papel
que vela armas tras la letra
eternamente,
como un dios inmóvil, silencioso,
inexistente.
No hay
más tinta
que la tinta de las letras.
No hay más poeta
que el que termina su poema
y deja vivir a las palabras bajo sus propias leyes;
toboganes entre el cielo y la tierra,
verbos de barro
que no recuerdan el tiempo
en que solo eran ideas.
Atlántida II
cuál ha de ser el Ararat de Europa
miríadas de cayucos se preguntan
varados en la costa
mientras las mafias calafatean sus cascos,
cuentan sus beneficios
sacian su sed de vidas íntegras,
de vírgenes,
de infancias.
Dónde, cuando se hunda todo, aterrizar,
sobre qué cumbre encallaremos,
qué aperos de labranza serán más necesarios,
qué idiomas, qué palabras.
Niños que encuentran su lenguaje en este tiempo,
pioneros de nuestro plan extraterrestre
en cuya urdimbre se enreda una especie
parricida, inextricablemente.
Infancia, truco improvisatorio,
vuelve a sacar al hombre de la arena movediza a la que salta
cuando el confort del mundo está a la vista.
Crece pronto,
aprende,
permanece.
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