paloma de la paz





Las palomas escoltan su mundo -a paso de oca-.
Ignoran lo humano,
no conocen el código de circulación.
Trazan líneas rectas 
-en su geometría distinta a la nuestra-
que nos parecen erráticas, curvas,
aunque luego nos congratulamos de su orientación.

Es sencillo, no hay solo un mundo.
Lo que en el nuestro es una paloma, en el suyo
es un mariscal.
Y al neumático que aplasta su cráneo
las palomas llaman rayo.

cristales






la seguridad de las calles
está empezando a asustar, a resultar
alarmante.

Jóvenes extranjeros
armados hasta los dientes
llenos de esmalte
conduciendo vehículos
de gran cilindrada
en dirección perpendicular
a los escaparates.
Su proyección delictiva
es la propia de un lunático,
rompen la luna y se llevan
los cristales,
un poco a lo Woody Allen.

Ya se me están quitando las ganas
de tener una joyería, no te jode,
en Claudio Coello.

Los burgueses otra vez
tratando de imponerse a los salvajes.

jodido y azul






Hube de encontrar un bolígrafo
un jodido bolígrafo azul
para contar lo que me pasa

Busqué el jodido bolígrafo
como te habría buscado a ti
si no hubiera sabido dónde estabas
pero lo sabía claro que lo sabía
lo sabía porque estabas a mil millas
marítimas de mí aunque te tenía ahí
y no lo veía
y por no verlo crucé el océano
en la dirección contraria
hasta tenerte a mil millas
marítimas

hasta encontrar
este bolígrafo

jodido y azul.

Nos atiborrábamos de gominolas los domingos




Nos atiborrábamos de gominolas los domingos
mientras veíamos la película en el cine de Los Fresnos.
Íbamos desde Avilés en el coche de David
un volkswagen golf rojo tomate exprimido.
Salíamos los sábados a muerte y el domingo
el cerebro se dejaba guiar por la ficción
la alternativa era el vacío.
Tal vez el músico había conseguido acertar
con una o dos notas en las dos horas de rigor
y después había deambulado por el baño y la cocina
mientras reunía el valor para decir un "hasta luego" convincente en el salón.
El azúcar de las gominas nos amamantaba
como las anfetas conjuraron el frío de los nazis,
se cernía sobre nosotros la culpa de no estar haciendo lo correcto
de cruzar tal vez el límite de la permisividad de la vida
el miedo a no llegar a ser lo que uno-solo sabe que debe ser un día.
No nos merecíamos el futuro, creíamos.

Y los mismos que nos alimentaron la conciencia
con el cine americano en donde hasta los delincuentes eran profesionales
los que nos cobraron 2 euros por 100 gramos de aquellas gominolas
los que nos obligaron a poblar vías férreas y carreteras y autobuses urbanos
y nos subían el precio del abono en navidades, esos mismos
son ahora los que nos bajan el sueldo y nos suben la hipoteca
y juegan a las carreras con las nuestras
y nos echan la bronca por quemar el planeta
y por no reciclar
y nos hacen ahorrar nuestro ocio para el futuro.
Y nos hacen creer que tampoco merecemos el presente.

Hombres de Troya

Wo aber Gefahr ist, wächst
Das Rettende auch

Pero donde hay peligro
también aumenta lo salvador*

F. Hölderlin


Fue noviembre y los indicios comenzaron a agruparse
Y encontramos un rastro que seguir y era tan vívido
Que solo podía ser cambio de ángulo
Lo mismo desde otra perspectiva

Y fueron llegando las noticias primero como obuses huérfanos de ruido
Y ya no nos gustaba nada de lo que nos había gustado
Dejábamos la noche y la bebida a cambio del discurrir tranquilo de los días
Dejábamos el juego y postergábamos a los innúbiles amigos
Dejábamos la vida a cambio de su reflejo en el lenguaje
Y la presencia la dábamos por bien amortizada a cambio del concepto
Y el porvenir de lo pasado comenzó a clamar por la restitución de su categoría

Fue un día de noviembre
Cesaron para siempre las tradiciones mínimas
Y la heterogeneidad del tiempo hizo surgir otra materia cruel en el seno de aquél más homogéneo

(a Daniel García)

La muerte nos golpea en la nuca como puerta solo de salida
Y estuvimos afuera antes aún de comprender de qué era el palio que había fingido guarecernos
Esas cabezas laureadas de sonido y alborada mullidas en la brisa y en la espuma de las olas
Lanzadas al tumulto como agua cristalina hacia la roca
Que comprendían la lluvia y la sequía mientras se asían a la circunvolución del mundo
Esa divina estirpe que lo recuerda todo que lo comprende todo que todo lo interpreta
Que toma su inmortalidad como un objeto permanente y no como un estado pasajero en una vida
Pero que pierde a uno y entra en todos el peligro del cese de la vida
Como en Troya
Como si del peligro se extrajera una victoria
Y hay junto a nosotros una tumba
Una madre que llora al fondo de una sala
Y hermanos narradores de tragedias como Apolos que trazan diferencias

Mantuvo la consciencia -cantan- hasta su límite
no quiso circos
Y hacen que comprendas
Que mastiques
Que solo fue por eso por lo que no le viste
No respondió al teléfono ni tan siquiera al whatsapp
Y puso un cerco a su agonía y a su desmembramiento en quimios y quirófanos

Respiras
Y saboreas el aire como en tu nacimiento
Y sientes el oxígeno arder en cada glóbulo
Y sabes que tu llama se alimenta de una parte microscópica del mundo
Que eres quien serás
Que solo quemas tiempo
Y dices siempre como si negociar con las palabras te hiciera dueño de ellas
Y notas al pronunciar esas dos sílabas cómo exceden tu existencia
Cómo no hay siempre nunca más
Y tu conciencia te parece que despierta aún embriagada al traspasar su centro
El bronce de la espada de Odiseo
El sagaz

Hombres de Troya
Mortales todos
Aquellos que aún no han muerto

En cada sobremesa una palabra impone un fondo y ya no se hacen bromas sobre ello
Y solo estamos en enero y cada sutil molestia la empleamos para señalizar nuestros acabamientos
Y hasta el aliento nos parece un mensajero del empecinamiento necesario para hurtarle un soplo al viento
Y de lo lógico y lo fácil y de lo natural que es dejarse ir y devolverlo a su lugar
Que no es el nuestro

De todos mis hermanos solo conservo en la retina el rostro de los que ya han partido
Cierro los párpados y veo perenne en el cristal que separaba a la muerte putrefacta
De la putrefacción llamada vida
Una fotografía
Y veo una caja en la que habían ocultado a nuestra vista tu desecho
A lo que ya nadie podía llamar amor
Ni amigo ni enemigo
Ni hermano ni padre ni hijo
Mirabas a la cámara y bebías de una jarra de cerveza
Y aquel último brindis aún espera la respuesta que no queremos darte y te debemos
Y cada vez que sin estar tú volvemos a brindar
Tu imagen indeleble nos hace vulnerables
La vida se cobra su sentido cada noche
Nos hace simular nuestra partida
La vida nos acerca al destino que marcaste con tu rumbo
Y tú que lo exploraste te libraste de saber a dónde conducía

Qué es sino esto la conciencia
Ahora que asistimos impertérritos al fin de las casualidades
Una mosca o una mariposa
Que viven apenas unos días y en esos acaparan el sentido de sus vidas
Una célula un latido una galaxia
Qué son sino trayectos
El inmortal se ocupa en camuflarse entre las vidas de las cosas
Incluso las longevas
La secuoya el planeta o la estrella recorren su camino entre su origen y su último estallido
El sol eterno no lo es allende nuestros límites
Los cúmulos galácticos todo el vacío del cosmos
Estrictas aberturas de sentido en una nada que se escapa del concepto
Somos esclavos de nuestra idea del tiempo y el tiempo sin nosotros no tiene contenido
Es solo una espera que desdeña la esperanza
Futuro es aquello que no llega después de nuestra marcha
Y nuestro nacimiento
La mera turbulencia del origen
De un desleimiento

Ah muerte
Inexistente prueba del yo y del nosotros
Ah dolor
Inabarcable superficie de contacto

Nos sentimos a salvo en nuestra idea de orden hasta que el orden muestra que solo era idea
Entonces el peligro se revela y nos eclipsa y es el molde de ilusorias salvaguardas
Wo aber Gefahr ist, wächst
Das Rettende auch
Y qué poco consuela en el ordo mortal el verso de los dioses
Constructo de silencio y aún mayor que nuestra vida entera pues no somos eternos
Somos poetas nada más incluso el más prosaico de nosotros
Somos poesía o ya no somos nada
Indecidibles átomos de lesa realidad
Que sin nosotros no conoce ni la angustia de estar viva ni su futilidad
Ni su alegría







*Los versos de Patmos en la traducción de Eduardo Gil Bera

Si te digo





Si te digo que de pequeños
mis hermanos y yo nos organizábamos
para irnos de caza al patio de atrás,
donde las ratas tenían una red de túneles secretos
de los que nosotros, a rotring, trazábamos planos,

o te digo
que había tanta droga en la calle
que no merecía la pena otra cosa que dejar crecer la hierba entre las tumbas,
porque aquel cementerio de niños era un campo en barbecho hacia el pasado,

si te digo
que a los 18 años 30000 chavales se emborrachaban como un solo hombre
absolutamente todos los viernes y todos los sábados contando con la connivencia de sus padres
que les veían salir de farra, y al volver veían las vomitonas, y a la mañana siguiente las resacas,
y que el lunes volvíamos a clase y nos portábamos como profesionales, igual
que se portaban nuestros padres como profesionales en sus trabajos de mierda,

si te digo que había más bares que portales en todas las calles de Avilés,
que jugamos más a las cartas en la universidad que Aramís Fuster en su vida,
y que muchos miércoles nos emborrachábamos de delirium y nos saltábamos las últimas cuatro clases
y al entrar al bar estaban fregando y le dábamos la vuelta a cuatro sillas y nos tomábamos
veinte sidras, y ese dinero nos lo daba nuestra madre
para el plato del día.

Y después de acabar la carrera -ya en Madrid-
si te digo
que compartíamos piso y nos parecía que estábamos empezando otra carrera en otro sitio
y que vivíamos en un colegio mayor, nos parecía,
y los sábados hacíamos botellón en casa antes de salir
con la misma actitud adolescente que habíamos aprendido en Avilés
y nos parecía que los adolescentes auténticos nos retaban a duelo, pero los adolescentes
ni se percataban de nuestra presencia porque más que presencia en Madrid, lo nuestro era
ausencia de Asturias,
y que llevábamos un traje a trabajar que era un mono de trabajo más incómodo,
y que a veces salíamos por la tarde, sobre todo en verano, con el calor, y nos gastábamos
el sueldo en cañas
y cuando alguno bajaba al baño a cambiar el agua al canario se metía una raya
solo para verse más guapo en el espejo.

O si te digo que en casa a la hora de comer
nuestro padre daba un mitin diario y exigía aplausos puntuales en los puntos y apartes del discurso
y risas enlatadas en los comentarios hirientes
y las preguntas adecuadas al terminar con las que pudiera lucirse en la respuesta
-si no se las hacías te arriesgabas a correr delante de los grises que aún perseguían a tu padre- y de ahí quizá
nos viene este desinterés por la política que está permitiendo a la derecha gobernar
y que se está llevando nuestras vidas de traje a trabajar en un cochazo,
aunque el cochazo es del banco, y el traje, y la casa, y el garaje. Todo es del banco, hasta el futuro
de nuestros hijos.

Y si te digo que no hemos sabido plantar cara y encima ahora estamos estorbando
a los "adolescentes"
y que creemos que somos sabios y experimentados, y que por eso preferimos un cambio progresivo,
y los adolescentes reparan en nosotros de pronto como un obstáculo,
y es que nuestro cambio es tan progresivo que los adolescentes nos confundían con el fondo
y se preguntan ahora de dónde habremos salido tantos.

Tantos que somos mayoría y confundimos nuestra inercia con nuestra ideología
y llamamos a nuestro fracaso rebeldía, y estorbamos en los bares y  en las bolsas de trabajo, y estorbamos
en la idea y en la charla y en la lucha, y en la huelga
que ya no secundamos, y en la manifestación a la que ya no vamos,
y en rebajas estorbamos en las tiendas que sí abarrotamos, y estorbamos
cada cuatro años en las urnas:

si te digo que somos piterpanes obstinados
que de tanto gritar revolución perdimos la voz y la razón
y en su lugar nos han acostumbrado a usar un garfio,




tal vez no me creerías, pero tienes al alcance del valor tu propia historia
y ese valor consiste en no necesitar que nadie te lo diga.

Predicar con el ejemplo




Yo, que soy un ser sensible y sé 
que en este mundo sí, que en este mundo sí,
que en este mundo es innegable que se sufre, y veo
el sufrimiento de este mundo y lo comparo
con el de otros mundos, 
más o menos separados de este mundo,
y veo el sufrimiento de esos otros mundos comparándolos con éste,
como si hubiera muchos mundos, como si hubiera muchos mundos,
como si el mundo fuera 
un conjunto 
de mundos ensamblados,
como si las fronteras fueran lo real, en vez
de lo que nos explica la unidad en este mundo
que solo es uno; individual, esférico,
que flota en una nada comparada con el mundo
sin luz, temperatura ni oxígeno,
sin mar, ni tierra ni canciones,
sin nubes ni personas ni problemas; y si no
a qué tanta alambrada y tanto muro y tanta aduana
a qué tanta vigilia en plena noche y tanta cámara
de rayos infrarrojos,
y tanta policía
a qué tanta política para marcar la diferencia
entre los mundos que componen este mundo, entre los mundos
que fingen ensamblarse unos con otros
por cada cicatriz y componerlo como heridas
en articulaciones, cortes en músculos
del mundo, cortes
en sus tendones, que desangran,
que explican desangrando qué es la sangre
y que descuartizando indican dónde
estaban las uniones,
a qué tanta frontera artificial si las hubiera
naturales. No las hay.
Yo, que soy un ser sensible y sufro con el mundo te lo digo
porque no habría sufrimiento
si no fuera del mundo el sufrimiento,
el mismo sufrimiento para ti y para mí, por eso te lo digo,
no para que me compadezcas tú a mí
por el dolor de otro mundo que es distinto de tu mundo
sino para que sufras con los ojos hacia ti, para que veas
que tú eres el mundo y sufres tú si sufre el mundo y el mundo sufre si tú
sufres, si yo
sufro, si sufrimos
sufre el mundo, hay
sufrimiento.
Y no puedes poner una barrera al sufrimiento en este mundo
como si cortas una mano porque te duele un dedo. Dónde,
¿nunca has pensado hasta dónde dura un dedo,
y si ese dedo sería un dedo si nunca terminara?
Un dedo que es tan dedo como el mundo que no es dedo no lo es
para que sea -dedo-
tu dedo en el mundo, y vale ya este ejemplo,
si no lo entiendes créelo. Yo,
que soy un ser sensible te lo digo,
te pongo en otro ejemplo:
como cuando te empujo y tú te caes
encima de un castillo hecho de arena en una playa,
y dices que he sido
yo, que he sido, que yo he sido.
Te crees que estás diciendo la verdad,
aunque te he empujado a ti, y has sido tú, has sido;
tú has sido quien ha puesto cada minúsculo cristal,
cada trocito de concha en el lugar 
que ocupa ahora,
o cómo iba a calcular yo todo eso, cómo iba a calcularte entero a ti,
para saber qué partícula de arena iría a parar a cada sitio
de este ahora, después de que tu cuerpo, tu materia,
tu personalidad y tus recuerdos,
-lo que te empeñas en decir que eres tú,
a lo que tú, tan orgulloso de una silueta hacia adentro,
llamas yo-, ese sujeto de tus acciones, 
desde donde predicas, y estás diciendo
has sido tú,
has sido tú, como
un niño,
desordenara así el castillo.
Ahora
que has destrozado con tu ego ese castillo
dices que solo eres vehículo
para la fuerza destructora que te empuja
y que tu dedo y todo lo demás perdió
por culpa de otra cosa su equilibrio.
Y dónde empieza la "otra" cosa para que la cosa "una" seas tú
¿no lo has pensado?
Para que seas tú y puedas aducir que tú no has sido,
que no eres responsable.
Tú quieres ser irresponsable y te aíslas.
Yo, que soy un ser sensible te lo digo,
soy tú porque tú 
eres yo,
soy yo porque tú 
eres yo, hay
sufrimiento, es
como una fuerza que te empuja, te
lo digo, dítelo tú,
eres un ser sensible, como yo,
dite qué sientes, y qué es sentir
si no es el sufrimiento de este mundo compartido.
No te lo digo, me lo digo, no me escuches,
escúchate a ti.
Dímelo tú
a ti.

Destroza mi 
castillo.

2016




el poeta debe andar:

se despojará de todo.
Perderá el ritmo,
cualquier regularidad será desactivada.

Palabras como alambrada se escribirán
sin venir a cuento, cacofónicamente,
cortando el paso al aire del habla.

Hay un momento en la poesía de papel
en que la realidad estorba,
como cuando Europa piensa en Siria.

En plena realidad a veces ocurre lo contrario:
sobra la tradición
bi-milenaria
de la poesía.
Siria ve hoy de cerca la poética de Europa.

personas de color




En mitad del bosque se ahoga un negro.
Y en el mar, en un crucero.
O en la playa contando granos de arena a principios de agosto,
o de julio. O en Punta Cana 
se ahoga un negro, o en Cuba, o en Costa Rica.

O en tu pueblo. Mientras canta el gallo del vecino.
Se ahoga en los Picos de Europa un negro.
Se ahoga en Ibiza, esperando la famosa puesta de sol, 
bailando el chunda chunda.
Todos los negros tienen ritmo, se ahogan
rítmicamente.

Mientras se sirven mojitos en la piscina del hotel, a las 8,
antes de la ducha y de la cena, se ahogan.

Antes de los cuatro gintonics, de cuatro ginebras y cuatro tónicas distintas
do, re, mi, fa, melódicamente,
se ahogan.

Y aromas -enebro lima pomelo regaliz pimienta- se ahogan.


En un monasterio del sur de Francia, en pleno retiro espiritual,
rompiendo el silencio con su chapoteo,
se ahoga otro negro.

Comiendo lechazo de Castilla
bebiendo vino del Priorato
se siguen ahogando.

En un albergue, en un cámping, en una casa rural, en el piso de un colega, el Camino de Santiago,
o tirado en un parque de Pamplona durmiendo la mona sobre la piel de un toro
los negros se ahogan.

En Venecia, en un hotel de cuatro estrellas se ha ahogado un negro hace un minuto.
En los fiordos noruegos un negro ahogado en la sauna.
En Nueva York, en Canarias, en Benidorm o en Murcia negros ahogados.

En la Al-hambra de Granada.

En la mezquita de Córdoba.

En el estadio Santiago Bernabeu.

Negros perdiendo pie, tratando de respirar aire en vez de agua salada.

En casa, después de salir de trabajar. En tu coche, en tu sofá, 
en tu cama.
En el paraíso de tus sueños. Por todas partes.

En toda la mar y la tierra de nadie
naufraga la humanidad
mientras es nadie
quien se ahoga.







El apoltronado nato






Érase una vez un hombre que tenía una silla pegada en el culo. Imaginaos. Era, para más inri, una silla de piano, de esas que usan los pianistas toda la vida, algunos, otros de vez en cuando. La gente lo miraba y se reía a sus espaldas, cuando veían la silla. Pero luego le adulaban e intentaban consolarle. Le decían “¡Vaya silla!, ¡Que no me entere yo que esa sillita pasa hambre!”. Otros le alababan el gusto: “madera de caoba, ¿no? ¡Y tapizada con suavísimo terciopelo azul turquesa! ¡Qué elegante!”. Algunos, medio en broma medio en serio: “mejor la silla que el piano” (y en eso llevaban razón). Nuestro hombre se pasaba la vida disimulando. Cuando había visitas les saludaba desde detrás de la puerta. Llegó a comprarse un piano para que no le hiciesen preguntas, pero como no sabía tocar, se sentaba dándole la espalda, desenfadadamente, como había visto hacer a Leonard Bernstein en un documental. Un día ya no pudo más y se operó la nariz y los párpados. Cogió un avión a Colombia y se introdujo en los círculos del Realismo Mágico, donde aún vive, feliz hoy en día, postulando a sus amigos para el premio Nobel de literatura.


FIN

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...