El asesino.




Que no haya en mitad de la noche
un rincón donde esconderme
estando todo tan oscuro,
tan en silencio;
teniendo yo la visión adaptada
como la tengo a las tinieblas;
que no haya un rincón seguro
es llamativo.
El hecho de que nadie más que yo me encuentre es frustrante.
Y yo salgo cada amanecer
dando voces y saltando de mi madriguera,
pero los depredadores no me hacen ningún caso.
Me paso el día en la charca
esperando el zarpazo salvador en la espalda
y podría terminarse el agua.
Nunca he tenido sed,
ni miedo a la muerte,
pero sé que yo no soy de los que matan.
No hay espejos en la sabana,
pero si los hubiera y al reflejarme
apareciese un león sería burocracia
de los espejos,
espejismo.
Yo no soy de los que matan.

Ultracuerpos!!

Seres fosforescentes me rodean.
Se dirigen a mí como con miedo. Son,
no cabe duda,
de otro planeta.
Yo sí les temo de veras.
Emplean una extraña jerga,
portan pistolas, como vaqueros eléctricos.
Detentan inteligencia,
mantienen el culo prieto.
Largan consignas como cotorras,
Raros sintagmas compuestos
de palabras que no entiendo...
que menos comprenden ellos...
Sus ojos inexpresivos, de alienígena,
me observan fríos, el huésped no tiene vida,
los dientes mandan, la lengua manos arriba.
Su sugerencia es ridícula,
que les traspase mi alma,
que la insufle en una máquina.
Querrán controlar mi cuerpo.
Zombies azules...
No pienso hacerlo,
me guarda el espíritu de la cebada,
el de la malta, deus ex machina,
los de la uva, de la manzana...
vamos, vamos,
a comisaría,
marcianos,
hijosdeputa...

Cosmoagonía.



Bienaventurado el vacío,
porque heredó la tierra,
el mar, el aire,
los animales,
las personas.
Porque al nacer de si
todas las cosas,
pasó a ser único,
diferenciado.
El vacío es lo que queda
cuando los demás nos vamos.
Bienaventurado por que no sufrió
dando la vida a los demás
ningún cambio,
porque su existencia se confirma en cada hora ocupada,
en cada lugar,
porque es un dios magnánimo
que no compite con nosotros.
Nos deja estar,
sabiendo que estamos gracias a él,
gracias a que él no está.
Es una idea si nosotros la pensamos,
nada más que eso.
Yo la pienso a cada momento más,
no puedo aspirar más que a él,
y en él se disolverá mi alma
totalmente, en esa disolución infinita
que es la muerte.
Mientras tanto lo seguiré
como un discípulo.
Aprendiendo a no haber dicho
cada vez que hablo,
a no mirar a los ojos a la vida,
a no esperar de las cosas
que no me usurpen el sitio,
de las personas comprensión,
de los animales nada.
Y un día se detendrá mi tiempo
y quedaré anquilosado como un feto anfibio
en el formol eterno
y desapareceré
de los libros, de los recuerdos.
Seré vacío,
pero el vacío no será yo.
Estaré muerto por fin,
como al principio,
y se lo habré debido.

silencio de dios...


el itinerario de las moscas







Los que ansían vivir el presente me dan envidia.
Se ve que no lo han vivido nunca.
En realidad lo que querrían vivir sería el pasado
reciente
más despacio.
Hasta eso es más divertido que este miércoles.

En un miércoles así, morir sería un pasatiempo.
Comprendo el itinerario de las moscas.
He desmenuzado tanto el tiempo de este día,
hora a hora, minuto a minuto,
que si de repente se parase el segundero
mi corazón fibrilaría.
No lo quiero seguir desmenuzando,
nos quedaríamos tan quietos como piedras aburridas,
inanimados.

Los que ansían vivir el presente me dan grima,
con sus jueves, con sus viernes, con sus sábados.
Desperdiciados.

el lugar del otro.


Llegó
flotando mansamente
la botella vacía
y no hallé en ella ningún mensaje.
Al día siguiente seguía junto a mi isla
sin decir nada.
Al tercer día la abrí y puse dentro un papel,
decía: siento haber sido egoísta, soy yo
quien te envía.

(foto: ibotamino)

Cuando la anécdota aún no lo es.

Cuando la anécdota aún no lo es para mí,
para ti sí hoy, para mí, en algún mañana;
no se ha secado la tinta que pauta el papel,
- para él aún es una mancha-
es en ese momento leve y tenue,
en el que te veo desnuda y diferenciada del yo
que tanto nos gusta. Y quiero volver hacia él,
y tú también vuelves,
y habláis otra vez, poco a poco,
de ese momento, y ya yo, poco a poco,
también lo convierto en anécdota,
y nos vamos mintiendo para comprendernos,
y para volver a ser dos uno sólo.
Pero yo he sabido en el lapso que el papel era blanco
y no puedo olvidarlo. Aunque recordarlo ya sé,
hace tanto,
que no me compensa...

Asfalto.

Odio tu cinismo liso,
tus líneas de pintura nauseabunda y que al mirarla
resplandece.
Te ofreces para que vaya deprisa y
no piense.
Sé dónde pretendes llevarme, entonces ¿por qué
debo ir?
Los cruces son el colmo de tu hipocresía, me dices:
Decide.
Decidiré abandonándote.
Huiré de ti, tal vez
abandonaré también mi vehículo.
Me perderán los satélites, los radares,
me encontrará perdido la verdadera gente.
Me mostrarán a oscuras el planisferio
y me dejarán solo
ante miles de infinitos.
Bajo el cielo simplemente,
sobre nadie,
como viento entre aire.

deseo

Te deseo, y no creo que lo disimule bien.
Me cuesta trabajo no perder la cabeza,
cómo voy a mantener las formas.


La cortesía me aprieta tanto, a veces, en tu presencia,
que sangro por la sonrisa.
Si no hubiese sociedad te comería.

bah...

El dolor es difícil de explicar.
No merece la pena.
Hablar de él duele,
pensar en él lo alimenta.
El olvido es lo único que lo atenúa,
pero el olvido es renuncia. Al principio
repugna al intelecto,
más adelante al instinto.
Hay que ser otro para que le deje de doler a uno
y los cambios son derrotas.

Hacer las maletas con meticulosidad
para arrojarlas al fuego: el amor,
la amistad,
los sueños.

El horror



Las tortugas eclosionan por doquier.
Surgen después de comer.
Nacen del vapor de la siesta.
Salen al olor del sueño que alcanza su madriguera,
oculta en el documental.


Busco en vano el punto exacto del que nace su cauce imparable,
parecen aflorar por ósmosis desde la modorra al aire.
No hay lugar por donde no se cuele una tortuga quimérica
por angosto o tortu(g)oso que éste sea.
El miedo es libre: me escondo entre los cojines,
caparazones mullidos que me hacen invisible.
Ya están volando tortugas sanguinarias por el cielo
debí haber bebido menos. Si me muevo estoy perdido.
Una tortuga me observa. Husmea quieta.
Me amenaza con su pico. No me ha visto.
Ha escuchado un latido poco lento,
homeotérmico,
de corazón de mamífero.

observo anonadado...



Observo anonadado al segundero.
Camina, luego el tiempo está pasando.
El tiempo es una sucesión de acontecimientos,
pero lo único que a mi alrededor acontece es su desvergonzado movimiento.


Dilapidando tiempo sin motivo.


-¡Detente! - Le grito, pero no me escucha.



Peor aún, el minutero lo secunda
en un inesperado motín de las agujas.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...