Coronavirus








Se mueve imperceptible, microscópico,
por entre la gente recién salido de las fosas nasales, recién
adherido a la barra del metro, del tren,
del autobús.
Está en la barra del bar y en la tos por la espalda,
en la barra de pan y en el papel higiénico.
El virus ni siquiera sabe que lo es. Actúa
ciegamente, sin razón, sin sentimiento,
como una ley.
La ley de la selva.
Al fin
volvemos a estar muertos.

Fuck people






Las cosas me hablan en inglés.
Tengo una puerta que encaja mal y cada vez que la cierro
me dice a la cara fuck people

cada vez que la cierro

fuck people

Fiaos de mí, la cierro
un par de veces al día.

Hay un grifo que ayer al abrirlo me soltó un
hey you, motherfucker que me dió escalofríos.

Pero en vez de tomarla con las cosas 
me pregunto
cómo es posible que hablen.
Porque las cosas no hablan, hablan las personas.
Y después me pregunto si no será que no son cosas sino personas
me pregunto por qué asumo que las cosas se perfeccionan
por qué no quiero darme cuenta de que son personas que se disocian
de tanto hacer todo el rato lo mismo.
Me pregunto cuántos millones de personas quedamos.
Me pregunto desde cuándo
hablo yo 
inglés.

Hay gente así, y yo soy uno de ellos.





Tú no lo entiendes, pero soy una piedra.
Y no soy un metal ni una arcilla ni un mineral,
soy un cristal. Una piedra militar.
Entre mis átomos no pasa ni el tiempo.
Mis electrones precisan andador.
No se lo doy. Soy inasequible al desaliento.
Digo frases estancadas en el viento.
No es mi naturaleza doler.

Estoy superquieto.
Yo no me he movido nunca.
No pienso. Estoy sin conocimiento.
Soy un cristal a siete kilómetros del suelo.
Aquí no hay sistema solar.
Nuestro dios es el silencio.
Los terremotos son individuales.
Son un mero movimiento, no tienen sustancia, no ocurren.
Hay un cosquilleo gigantescamente tenue de gluones a modo de ruido blanco.
La nada.
El intersticio.
El caos.
Tú no lo entiendes, pero soy una piedra.

¡Eh!

¡Escucha lo que te digo!

Los ricos del campo santo




Si nos pagaran por masturbarnos todos seríamos millonarios.
Ya no hablaríamos entre nosotros, la especie se extinguiría en una generación.

Todos seríamos los ricos del campo santo.
La Naturaleza aparecería y desaparecería instantáneamente si la vida fuera fácil.

Así que no te quejes.
Aún te sobra tiempo para leer
y ser poesía.

pan





Si pudiera escribir tan solo una palabra escribiría pan.
Amasaría con agua el papel y la palabra
pondría la masa al fuego.
Y tomaría el pan y el verbo lo repartiría.
Y no querría poesía.
Y no sabría lo que he hecho.

si los amaneceres





Si los amaneceres pensaran discutirían
por nuestra causa.
Por no saber quién sabe más sobre nosotros:
si nos queremos, si no,
si hoy es mejor o peor que ayer
o que mañana.

Unos amaneceres y otros no se pondrían de acuerdo, porque en algunos
amanecimos juntos en la misma cama y en el mismo beso.
Nos despertó la misma luz del mismo amanecer
al mismo tiempo.


Otros dirían que estábamos separados,
que despertaron a dos personas diferentes
en dos habitaciones distintas,
atravesando cada ventana de una manera,
incidiendo en dos ángulos opuestos
sobre las sábanas.

Si los amaneceres pensaran se reunirían para charlar,
discretamente,
en las hemerotecas.
En torno a una gran mesa redonda dialogarían,
la presidencia habría de rotar cada día,
siendo además el presidente
de turno
el único ausente...

Yo mismo cedo a veces a la tentación
de no considerar a los amaneceres
como una sucesión continua.


Yo me resisto a pensar que la última palabra es la opinión última,
y que la última emoción es más auténtica que otras anteriores.
Que hoy es más mi vida que ayer,
o que mañana.
Que yo existo, si he de ser
solo una procesión de individuos que se repiten:
fotografías
que hacen cine.




Y no lo pienso, a la luz

de algunos amaneceres, pero sí
a la de otros

lo importante







lo importante no es cómo cantan, 
sino que cantan juntos. 
No se juntan para cantar, cantan 
porque están juntos.

Fui





Fui, después
olvidé qué joven fui.
Olvide cómo ser joven
y ser joven.
Olvidé que lo supe.
Así envejecí.


da vueltas










 Resultado de imagen de segundero

Da vueltas, eso es lo que hace.
Y si te fijas en él, parece que corre.
No todo él se da prisa, es una cuestión de geometría.
Pero su ápice nos deja atrás, soñamos con apresarlo
en su viaje, como el surfista atrapa su ola
o el niño mira la nieve caer hasta el suelo
concentrándose en un copo.

Lo más extraño de todo es
el movimiento: circular,
una y otra vez, una y otra y otra,
mientras perdemos la vida oculta tras su giro.
Parte a cada instante y llega. Él no lo sabe, él
avanza sobre sus dígitos.

Sobrepasa a la aguja de las horas muchas veces cada hora,
al minutero cincuenta y nueve veces por minuto
-el minutero se mueve, pero no se nota-.

Infinitas -menos una- veces
a nosotros.

Nuevo destino:







Por favor, si desea obtener poesía de este poema continúe leyendo.
Continúe leyendo por este poema.
Continúe leyendo por este poema.
Por favor, continúe leyendo por este poema.
Puede obtener una poesía alternativa en otros poemas,
pero mientras esté en este poema, por favor,
continúe leyendo por este poema.
Redirigiendo...
Por favor, deje de pensar en otros poemas que podría estar leyendo
o no obtendrá poesía de este poema.
Por favor dé la vuelta.
Por favor dé la vuelta.
Piense que este poema no es un poema,
Por favor, deje de pensar en este poema como si este poema tuviera que ser un poema.
Por favor, deje de sentir decepción por que este poema no sea lo que usted pensaba que debería ser este poema.
Por favor no se ofenda porque este poema no le dé su poesía fácilmente,
piense que tampoco usted le da su poesía fácilmente a este poema.
Su poesía se encuentra a cero kilómetros.
Por favor, persevere en la lectura de este poema.
No abandone la búsqueda de su poesía o no la obtendrá por ninguna otra vía alternativa.
Continúe.
No abandone la búsqueda de su poesía o no la obtendrá por ningún otro poema alternativo.
Por favor, continúe leyendo por este poema.
Continúe leyendo por este poema.
Redirigiendo...
Por favor, deje de pensar en lo inteligente que es usted por estar leyendo un poema.
Por favor, deje de pensar en lo inteligente que es usted por estar buscando su poesía.
Se encuentra usted a cero kilómetros de su poesía.
Dé la vuelta.
Por favor, no me venga con que esto no es poesía.
Redirigiendo...
Por favor, si desea obtener poesía, deje de pensar en quién es usted.
Por favor, si desea obtener poesía, deje de pensar en usted, sea quien sea.
Por favor, sea.
Por favor, si desea obtener poesía, deje de pensar, en general.
Dentro de un verso empiece a leer este poema como si este poema no fuera un poema.
Por favor, lea este poema como si no estuviera leyendo este poema.
Por favor, lea este poema como si no estuviera leyendo.
Por favor, no lea “este poema”.
Por favor, no “lea”.
Por favor, no lea “por favor”.
Por favor, no “no”, sí.
“Sí”, por favor.
Si -por favor- lo que está haciendo usted ahora mismo es leer,
abandone el lóbulo occipital en la siguiente salida, dirección:
“Area de Wernicke”
(si está escuchando, salga del giro temporal transversal
por la primera salida: “Area de Wernicke”)
por favor, recuerde que no está leyendo un poema.
Recuerde que no es leer un poema, sino leer, lo que esta haciendo.
Ahora mismo.
Dé la vuelta al poema, verá que no es un poema.
Dé la vuelta al poema vuelto del revés, verá que no es un poema,
ni un poema vuelto del revés, etcétera.
Dé usted la vuelta, verá que usted sigue siendo usted.
Continúe siendo usted por este poema.
Si usted desea obtener poesía la obtendrá incluso en este poema.
Redirigiendo. Redirigiendo. Redirigiendo.
Su destino está a trece o catorce versos.
Su destino es obtener poesía, no trate de obtenerla.
Para obtener poesía, por favor, siga las indicaciones.
Por favor, deje de seguir las indicaciones a partir del próximo verso.
Alargue la mano y obtenga su poesía.
Toque la poesía con los dedos.
Saboree el sabor de la poesía y reconozca el poema.
Cuando termine de leer el poema, su poesía se encontrará
perdida
en su hemisferio izquierdo.
Gracias por no seguir las indicaciones.
Por favor, deje de leer este poema.
Su poesía se encuentra perdida en su hemisferio izquierdo.
Nuevo destino: amígdala.
Redirigiendo.

Me estás destrozando la vida




Me estás destrozando la vida
si la vida era aquello que vivía por mí
eligiendo influencias.
Si era ese continuo de yoes en un laberinto
como migas de pan marcando el camino de un nombre y algún
apellido. A ti ahí, en esa serpiente de tiempo no se te preveía,
y viró mi timón y enhebró
otro rumbo.

Y en mis estanterías la invasión de tus libros
y el colchón para dos en la habitación, y en el salón
la jungla facsímil sobre la que llueves
cuando amaneces.

Y en el baño tu cepillo de dientes, húmedo
la mitad de las veces.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...